Cero gota de alcohol al volante, con la mirada fija al frente y ser previsores ante cualquier imprevisto. Es la lección que está calando entre los conductores del autobús urbano de Elche, quienes están sometiéndose a todo tipo de situaciones extremas para poner a prueba sus capacidades.

A través de un simulador, los trabajadores del transporte público han podido comprobar cómo la reacción a la hora de conducir se desploma solo con tomar dos cervezas y que haber bebido la noche de antes de entrar a trabajar también pasa factura. «Todo depende del peso de cada uno, pero está claro que afecta y los conductores lo saben de sobra. El alcohol puede tardar en eliminarse horas y las drogas semanas», aseguró ayer Ángel Luis Andreu, gerente de la empresa Autobuses Urbanos de Elche.

El objetivo, de estas jornadas enmarcadas en la Semana de la Movilidad, organizada por el Ayuntamiento, ha sido concienciar sobre la importancia de conducir de forma responsable, segura y eficiente, un transporte público que mueve cada día más de 45.000 personas y espera acabar el año con más de 12 millones de usuarios. Más allá probar en un simulador cómo se conduce bebido o drogado, los trabajadores también han podido verificar qué pasa si el autobús va a entrar en una rotonda y se queda sin frenos o sin abs, otras situaciones límites que nunca se han dado en Elche, según la empresa, pero que no son tan difíciles de que ocurran.

De ahí que la precaución y el entrenamiento sean claves a la hora de llevar un autobús y los conductores aprendan a reaccionar. «No es lo mismo un frenado brusco con un coche que con un vehículo con más de veinte personas, que pueden ir de pie y caerse», señaló Andreu. Por ello, el simulador les permitió ayer a medio centenar de trabajadores practicar y poner a prueba sus tiempos de reacción. Con los resultados obtenidos, la empresa que gestiona el servicio público elaborará informes de cada uno para mejorar los puntos débiles.

Un simulador del vuelco de un vehículo para conocer bien la importancia del cinturón de seguridad fue otra de las pruebas a las que ayer se sometieron los conductores en la estación de autobuses. Saber extinguir un fuego dentro del transporte público, evacuar a los pasajeros o realizarles una maniobra de primeros auxilios previa a la llegada de los servicios de emergencia también ha formado parte del aprendizaje de estos días.

Hoy está previsto que los conductores se pongan en la piel de las personas con movilidad reducida o invidentes para conocer en primera persona sus dificultades a la hora de subir o bajar del autobús. Todo ello porque la mejora de la accesibilidad de este servicio público es otra de las asignaturas pendientes que el Ayuntamiento y la empresa quieren trabajar. La finalidad: acabar con cualquier obstáculo para usar el bus.