Las dunas comienzan a proyectar su sombra sobre la orilla. El viento de Llebech aparca fiereza y el cielo empieza a anaranjarse... Atardece en la playa del Pinet... y las cigarras enmudecen al escuchar los primeros punteos de una guitarra que marca el ritmo a un grupo de jóvenes arremolinados en lo alto del arenal.

«Aquí nació la Habanera, en torno a un botijo de agua, limón y anís», recuerda el veterano cantante crevillentino Francisco Mas Orts. «Y la cultura pinetera, que compartimos ilicitanos y crevillentinos, el motor y símbolo de nuestra hermandad. En torno al Pinet y a las habaneras han nacido grandes amistades entre vecinos... Relaciones que hoy perduran y se han convertido en familiares», destaca Carlos Candela. El también cantante Francisco Mas «El Molla» pone de relieve la importancia de la habanera en esta cultura «y la relevancia del Pinet sobre estas canciones, ya que muchas de ellas nombran esta playa ante los grandes momentos vividos por nuestros mayores y por nosotros mismos aquí».

Historia

La ilicitana playa frecuentada por crevillentinos fue el escenario hace unos días de un momento único que recordó la historia del enclave y llenó ojos de recuerdos y corazones de anhelos. Pone el bello de punta escuchar que esta tradición coral «comenzó aquí y nunca debería perderse. Ya no hay tanto interés por cantar habanera entre los jóvenes, por lo que este acto es muy importante para que perviva esta tradicional serenata». Antes del popular certamen de Torrevieja, Crevillent tenía el suyo propio -fechado en 1950, efectivamente antes que el torrevejense-». Y en la población había tres coros que cantaban estas piezas con letra evocadora y armonioso compás: «Ruiseñores», «Martillos» y «Renacer».

De este modo, iniciativas como la organizada por segundo año consecutivo por la plataforma vecinal Casas del Pinet, «nos ilusiona con que la serenata tradicional de habaneras pueda continuar o al menos recordarse». Rememorar canciones que hace más de un siglo llenaban los anocheceres de esta playa de La Marina.

Una treintena de coralistas crevillentinos y vecinos de Elche y Crevillent se reunían hace unos días a la llamada de esta agrupación vecinal, que aportó libretos con las letras gracias a la impresión realizada por Emilia Soria y que sirvieron para que nadie se perdiera en la interpretación de piezas únicas, habaneras tradicionales del Pinet, «de tota la vida». Por ejemplo, sonaron «L'Estoreta», «Pregúntale a las estrellas», «Yo quiero ser marinero» o la popular ilicitana «Ja mon anem».

Vicente Pérez dirigió a un grupo integrado principalmente por miembros de la Coral Crevillentina y tres guitarristas, al que se unió el solista José Manuel Colomina, oriolano afincado en Elche, que emocionó interpretando «Aromas Ilicitanos». También sonó el himno oficioso «És Crevillent un tresor», obra del compositor Manuel Aznar «El Tomata». Momentos que reflejan con cultura «pinetera» la unión de ambos municipios.

Esperanza Sempere realizó la selección del repertorio de esta serenata en la que se trató de recuperar canciones populares de las que siempre se han cantado en la playa de El Pinet.

La organización de la velada corrió a cargo de la impulsora cultural Mónica García Quesada, que se mostró «desbordada por la emoción de haber podido revivir momentos que forman parte de la historia del Pinet, de las canciones que se cantaban en nuestras casas y porches, y que servían para unir a familias y pueblos». La organizadora contó también con el apoyo de vecinos como Tilde Mas, Nieves Quesada o Francisco Nieto, en cuyas miradas se pudo captar la magia de un certamen que suena a gloria... «en El Pinet. ¡Visca El Pinet!».