A tan solo unos metros de la Glorieta se encuentra el bar más antiguo del municipio con 109 años, un lugar que sigue siendo muy frecuentado tanto por ciudadanos de a pie como por figuras políticas de Elche. El bar Villalobos, que lleva abierto desde 1962 en la calle Empedrat, tiene previsto echar la persiana en agosto del próximo año ya que Vicente Villalobos, el actual dueño, se jubila.

Cruzar las puertas del local es lo mismo que hacer un viaje al pasado. Varios cuadros, algunos familiares y otros con políticos, cuelgan de las paredes como prueba de su larga trayectoria. Y es que en 1901 fue conocido como Casa Barceló, ubicado en otra calle, hasta que en 1932 pasó a manos de José Villalobos Soler, bisabuelo de Vicente. En 1962 tuvieron que trasladarse por reformas al edificio familiar que se encuentra en la calle Empedrat. Una vez que tuvieron opción de volver decidieron quedarse allí, pasando a ser un lugar emblemático tanto para el municipio como para los ilicitanos.

«Después de que muriese mi tía Manolita reuní a la familia», dijo Vicente Villalobos, actual dueño, sentado en la terraza del bar, «Les dije que en agosto del año que viene me voy a jubilar. Como mis hijas no quieren seguir trabajando en el local y ningún familiar tampoco quiere mantenerlo, el año que viene el Villalobos se despedirá de sus clientes». Y es que la historia tiene muchos lazos familiares al ser una herencia con tantos tíos y sobrinos. «Decir adiós es una verdadera pena porque dejamos entre estas paredes toda una saga familiar», lamentó Margarita Villalobos, prima y socia de Vicente.

Tan solo hay que pasar por delante del local y ver a la gente mientras piden su famoso bocadillo de atún con tomate y anchoas, o comen su cartucho de estraza con olivas. «Hay opiniones de todo tipo. Algunos se alegran porque son clientes de toda la vida y saben que necesito un descanso después de tantos años detrás de la barra. A otros le da pena porque tenemos una larga trayectoria y somos únicos en la ciudad.

Pero no todo ha sido de color de rosas. La tradicional tertulia de los jueves de 'Amigos de Villalobos' fue, hace ocho años, una vía de escape frente a las pérdidas que sufría el bar a consecuencia de la crisis económica. «Estaba a punto de cerrar. Un grupo de clientes, entre los que se encontraba Juan Perán -fundador de Pikolinos- y Enrique Sanchís -trompetista-, me dijeron que traerían a gente importante para darle vida al local. Con los años ha pasado gente de todo tipo, desde el ministro José Manuel García-Margallo, hasta Alberto Fabra. Sin contar los muchos políticos de la ciudad que vienen a desayunar todos los días».

Las puertas del bar Villalobos ha estado siempre abierta «para todos los colores políticos y todas las clases sociales». De esta manera, el municipio se despide de toda una saga familiar de hosteleros, que desde que llegó el local a sus manos en 1932, nunca dejó de servir sus famosos almuerzos.