Elche retomó ayer el espíritu genuino del Misteri d'Elx después de las tres escenificaciones previas de pago y que, además, habitualmente sirven para probar nuevas voces que en un futuro podrían desempeñar papeles más importantes.

La representación teatral más antigua del occidente cristiano comenzó de forma auténtica ayer, con una primera parte, La Vespra, caracterizada por las puertas y ventanas de la basílica de Santa María abiertas de par en par, por la luz del atardecer aportando una iluminación diferente y complementaria a la artificial y por un respetable, en su mayoría el pueblo de Elche, totalmente entregado, que no sabe hasta qué punto se va a emocionar y que aplaude con ganas cada vez que se abre el cielo donde aparecen y desaparecen los aparatos aéreos, entre otros muchos momentos.

Todo en su sitio y en su momento. La representación de ayer encajó satisfactoriamente todas las piezas. Dio argumentos de sobra para darse cuenta de por qué lo vivido, lo sentido, lo emocionado en el templo es Patrimonio de la Humanidad.

En esta primera parte, la Virgen María y su cortejo, formado por María Salomé y María Iacobe y seis ángeles, procedentes de la ermita de San Sebastián, ubicada a apenas unas decenas de metros, acceden por el portón principal de la basílica y, de manera intermitente, caminan y se detienen por el Andador en función de los cantos de la María Mayor, reviviendo la Pasión de Cristo. En ellos muestra su deseo de reunirse con su Hijo.

Sepelio

Una vez en el Cadafal, desde la cúpula de la basílica desciende el Ángel, en el interior de la Mangrana, anunciando a María su pronta muerte y, tras tocar pie, le entrega una palma dorada con un lazo azul (se quedó enganchada más de la cuenta) para que sea portada en su sepelio y que luego recalará en manos de San Juan, el primero de los apóstoles en aparecer en escena.

Antes de que el Ángel regrese a los cielos, María realiza una nueva petición: que el Apostolado se reúna con ella y estén en el momento de su muerte para poder enterrarla.

Siguiendo los deseos de la Virgen entran en el templo los apóstoles (salvo Santo Tomás) dispuestos a asistirla en esos últimos instantes.

Tras la muerte de María, el niño que la representa es sustituido por la Imagen de la Virgen de la Asunción, Patrona de Elche. Y un nuevo aparato aéreo, el Araceli, ocupado por tres adultos y dos niños ángeles, desciende para recoger el alma de la Virgen, que está representada por una pequeña Imagen. Con la llegada de este coro al cielo concluye el primer acto de la representación que ayer fue escenificada de forma razonablemente brillante. Al término, mientras los apóstoles se despedían de la Patrona yacente en el Cadafal, uno de los ángeles, ya en el Andador, a punto de salir del templo, se mareó y tuvo que sentarse en el sitio de la tripleta unos instantes. A otro escolano se le rompió una sandalia. Anécdotas. Y esta tarde llega el día grande, con la celebración de La Festa, también a las 18 horas y de acceso libre al templo.