La Palmera de la Virgen iluminó anoche la ciudad durante los cerca de 25 segundos que permaneció en el cielo, sobre la atenta mirada de miles de ilicitanos y visitantes que no quisieron perderse el broche de oro a una de las citas más mágicas del año: la Nit de la l'Albà. Al filo de la medianoche, tan solo la brillante luz de la luna llena cubría de luz el centro de la ciudad, cuyo alumbrado se apagó, como viene siendo habitual, para engrandecer el espectáculo, minutos antes de que se lanzara la palmera. Numerosos vecinos se sumaron al apagón por iniciativa propia, pues desde hace años Iberdrola no corta el suministro en la zona centro, por seguridad. El sonido del Gloria del Misteri sirvió para iniciar la cuenta atrás para el disparo, en tan solo unos segundos, de los 1.300 cohetes que formaron un año más la Palmera de la Virgen, ante el aplausos y la admiración de miles de personas que no podían dejar de mirar al cielo.

No en vano, el diseño de este espectáculo está pensado para que se vea desde toda la ciudad. La palmera cobró vida, como estaba previsto, a unos 250 metros de altitud y su radio, cercano a los 600 metros, la hizo visible desde toda la ciudad.

Este instante fue el colofón de un espectáculo que se inició 45 minutos antes, lo que duró la cohetà constante que hizo vibrar a propios y a extraños, con un intenso «bombardeo» y que es una de las señas de identidad que hacen de esta cita un espectáculo único en el mundo.

Además, este año, la potencia fue aún mayor en el centro de la ciudad, gracias a la decisión de potenciar los disparos desde el entorno de la avenida de la Libertad, eliminando dos puntos de lanzamiento situados en la periferia de la ciudad. La luz, el color y el sonido fue así más potente al repartirse en menos puntos los 3.500 kilos de material pirotécnico que se quemó anoche, y que contenían 2.000 kilos de pólvora.

Palmeras

La mayor presencia de palmeras también contribuyó a engrandecer el espectáculo, ya que se reforzó de forma que se disparara una cada seis segundos. Las palmeras se dispararon desde 10 terrazas, y las cohetàs desde cinco puntos terrestres, ubicados en la avenida Vicente Quiles, el Puente del Ferrocarril, el Paseo Estación, Diagonal Palau y Puente de Altamira.

Las terrazas volvieron a ser uno de los lugares preferidos por los ilicitanos para disfrutar de una Nit de l'Albà que no defraudó, y tras la que se degustó la tradicional sandía para coger fuerza de cara a otra noche de fiesta.

Ni un alfiler en las azoteas del centro

La quema de pólvora desde las terrazas contribuyó a intensificar el espectáculo desde toda la ciudad

Encontrar ayer una azotea vacía era difícil. Miles de ilicitanos llenaron las terrazas de sus viviendas no solo para vislumbrar la Nit de l'Albà, sino para participar en ella. A los 2.000 kilos de pólvora de los cohetes contratados por el Ayuntamiento de Elche se unieron los centenares que, por iniciativa propia, lanzaron los vecinos. Palmeras, petardos y otros muchos artefactos pirotécnicos llenaron de luz y color el cielo durante los 45 minutos que dura el espectáculo.

Para engrandecer aún más el espectáculo, y tras recuperar la tradición del cohete ofrenda, la Gestora de Festejos Populares volvió a repartir ayer estos cohetes. La tradición marca que se coloque el nombre de un familiar al que se desea homenajear, antes del disparo. De esta forma, la Nit de l'Albà también sirve para recordar a seres queridos y familiares que ya no están, haciendo que el cuelo brille aún más durante la noche, en su nombre.