Hace escasos días se reabría el debate sobre la necesidad de empezar a plantearse poner dinero encima de la mesa para, al menos, reparar, rehabilitar o reacondicionar las fachadas de la basílica de Santa María, donde se celebra el Misteri d'Elx. El templo acumula prácticamente una década con distintas redes en su parte exterior y esperando desde entonces una necesaria intervención a juicio de expertos arquitectos y aparejadores.

La caída de un cascote o fragmento desde lo alto de Santa María, que rozó o golpeó ligeramente la espalda de una mujer que se encontraba en la plaza del Congreso Eucarístico durante la mascletà del pasado domingo, ha vuelto a disparar las alarmas.

La preocupación entre los responsables de la basílica, del Patronato del Misteri y del Ayuntamiento fue la primera en hacerse evidente. El rector de Santa María, Ángel Bonavía, insistía ayer nuevamente en que todas las partes, no solo Iglesia, Ayuntamiento y Conselleria de Cultura, sino también algunas entidades festeras, culturales y otros entes contribuyan a financiar las inversiones necesarias para tener en condiciones este inmueble. «Se nos cae a trozos», indicaba Bonavía sin querer en cualquier caso alarmar a nadie.

Para Sixto Marco Lozano, ingeniero municipal y responsable de Restauración, Mantenimiento y Montaje de Tramoyas en el Patronato del Misteri d'Elx, la intervención debe ser prácticamente urgente, «inminente» para evitar accidente de este tipo.

Él, junto a un integrante del despacho del arquitecto Antonio Serrano Brú, conservador honorífico de la basílica, se subieron a lo alto de Santa María para repasar posibles elementos que ofrecieran peligro de desprendimiento. De igual modo, los bomberos también hicieron acto de presencia en la plaza del Congreso Eucarístico y, con el camión-escalera desplegado, comprobaron la seguridad de distintos elementos de cornisas y balaustradas. Finalmente, se retiró un capazo completo de elementos de la fachada susceptibles de caer.

Al parecer, las vibraciones generadas el pasado domingo por la mascletà, que se libera a pocas decenas de metros del templo, provocó ese desprendimiento que causó la abrasión a la mujer. Ayer se optó finalmente por no crear un perímetro de seguridad durante la segunda mascletà cerca de Santa María. En cualquier caso, ya hay voces que empiezan a sugerir que, no solo por la afección al Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE), sino también por los efectos sobre la basílica, las mascletaes deberían trasladarse de ubicación. Por interés cultural.