El desfile con más humor y más multitudinario de las fiestas de Elche quiere dar un giro y recuperar el espíritu de sus orígenes: cero alcohol, baile, música y muchas críticas. Y así lo demostraron los 3.600 ilicitanos que ayer dieron vida a la popular Charanga, una de las más reivindicativas y divertidas que se recuerdan, que además vio recortar la participación.

La Gestora de Festejos Populares tomó la decisión de limitar a 200 el máximo de personas por cada una de las 18 comisiones que representa a cada barrio de la ciudad. El objetivo no era otro que primar la calidad sobre la cantidad en el desfile, tal y como argumentaron los organizadores, y evitar así alargar demasiado el recorrido con muchos disfraces repetidos.

Con estos mimbres, este año en lugar de 5.000 personas en la calle como en ediciones anteriores, salieron menos, pero los bailes, las carrozas y la música llenaron las calles de una algarabía a raudales. El propósito de la Gestora fue demostrar que la diversión, los disfraces y también la crítica no están reñidos dejando el consumo de alcohol de lado. O al menos intentándolo, ya que la organización se encargó de controlar el recorrido para evitar la bebida.

Y así, con ese mensaje el recorrido recuperó una de las figuras clásicas de la Charanga de antaño, la del «criticón», una persona vestida toda de negro encargada de llevar la batuta de los reproches a los problemas de la actualidad y acercarlos al público que se agolpó en las calles. Pocos temas se dejaron de lado anoche. Empezando por la reivindicación del Orgullo, a cargo de la comisión Baltasar Tristany. Desde Sector V salieron en defensa de la educación y San Andrés criticó la poda de los árboles, un tema muy candente en el último año en Elche. Candalix apostó por la defensa del trato a los mayores, mientras Paseo Germanías se vistió de superheroes y Torres Quevedo de leyendas del rock.

De lo general a lo local

Arrabal también sacó a la calle otro de los asuntos que han más han copado la actualidad informativa este año: las pensiones de los jubilados. Por su parte, Los Palmerales hizo lo propio con una crítica al deporte femenino, por estar infravalorado.

La comisión de Altabix se centró en las apuestas y Clara Campoamor en el cambio climático, una temática que fue en consonancia con la escogida por El Toscar, cuyo desfile se tituló «1.2.3 la tierra va a desaparecer».

Las críticas siguieron el mismo nivel con Parque de Valencia que reprobó la subida de la luz, Puertas Tahullas hizo una puesta en escena que se llamó «no hay mundo sin abejas» y Diagonal Parque quiso centrar su sátira en la ciudad eligiendo como título: «Elche: Volvemos a la edad de piedra».

Como colofón al intenso recorrido llegó la avenida Libertad-Los Algeps y sus críticas a las frutas y verduras de importación. Le siguió Montserrate Guilabert Valero y su burla a la contaminación marina. La comisión Avenida de Novelda tocó uno de los temas que más llegan a los ilicitanos, el de las aparadoras invisibles y Aromas Ilicitanos cerró la Charanga con un reproche al uso de la tecnología entre el público infantil.

Ese sinfín de toques críticos y simpáticos de cada una de las comisiones hicieron que ayer el público conectara y acabara involucrándose en una fiesta en plena calle y para el recuerdo.