Atar todos los cabos y cuanto antes, ese es el objetivo de la Fiscalía tras el asesinato de María Asunción Pérez, de 47 años, en un aparcamiento del barrio de Altabix a manos de su esposo, Pascual Mulero, de 51 años, con quien tenía dos hijos, de 21 y 17 años. Y el que más importa es certificar que era plenamente consciente de lo que hacía, algo que parece claro a tenor de la frialdad que ha demostrado en todas las declaraciones, ante la Policía y el juzgado, que ha realizado, también en la reconstrucción de los hechos, realizada el pasado lunes después de que se acordara su ingreso en prisión por un delito de asesinato. El Ministerio Público quiere que la investigación se cierre en otoño y colocar al preso para su enjuiciamiento ante un jurado popular cuanto antes cerrado esta tragedia.

La claridad de los hechos, que confesara el crimen desde el primer momento y el que la reconstrucción se realizara en tiempo récord, el pasado lunes, 48 horas después del fatal desenlace, son factores que el Ministerio Público quiere impulsar para acabar cuanto antes la investigación. El jurado popular se conformará ante la sección I de la Audiencia de Alicante, que es la competente para el enjuiciamiento de los casos de violencia.

El diario confirmó que se ha solicitado ya la realización de las pruebas psiquiátricas para confirmar que Mulero actuó en todo momento con plena capacidad y por propia voluntad. Con esta pericial se trata de evitar que, de prolongarse la investigación, pueda buscar una defensa basada en un arrebato u obcecación. La instrucción está en en manos del titular del Juzgado de Violencia contra la Mujer. La Generalitat Valenciana también se personará como acción popular en las diligencias. Pascual Mulero está en prisión desde hace tres días y tendrá que volver a Elche para que se le notifique el procedimiento con jurado que se ha abierto contra él, lo que supone un mero trámite judicial. El informe forense sobre su capacidad volitiva se realizará en la misma prisión, aunque existe la posibilidad de que su abogado solicite una contrapericial. Mulero ha sido muy claro desde su detención y no ha mostrado el menor síntima de arrepentimiento: «He hecho lo que tenía que hacer», aseguró con las manos ensangrentadas tras salir del estacionamiento donde consumó el crimen. Tras la separación efectiva una semana antes de los hechos, aseguró que la siguió por las calles porque pensaba que había conocido a otra persona y que eso había sido el desencadenante de la separación. Pascual no trabajaba desde hace años, María Asunción aportaba con su sueldo limpiando el mantenimiento de la familia.

El asesino, según la confesión que prestó ante la Policía y en la reconstrucción, esperó con un cuchillo de cocina (que había cogido en casa de su madre, a donde se había ido a vivir hacía una semana) dentro del estacionamiento, en un lugar desde el cual podía observar sin ser visto. Al ver pasar a María Asunción a las siete y media de la mañana, cuando iba a recoger su turismo para ir al trabajo, la atacó por la espalda.