La Policía Nacional detuvo ayer a un joven identificado por la unidad de Urbanidad y Medio Ambiente de la Policía Local tras un largo seguimiento durante meses, a través de las redes sociales.

El implicado había realizado firmas y pintadas en diversos elementos fijos durante el último trimestre de 2018, generando malestar en redes sociales por parte de gran parte de la ciudadanía al afectar a lugares emblemáticos como el Parque Municipal o su templete de música. Los Agentes iniciaron en torno al mes de octubre las primeras indagaciones y recopilaron la información necesaria, dando lugar a un detallado seguimiento de todas las acciones vandálicas. La sección de Grafística y Vandalismo elaboró un listado que abarcaba también fachadas de colegios, muros en la ladera del río, persianas, señales y mobiliario urbano, como maceteros o incluso árboles. La Policía Local cifra en 1.500 euros los daños ocasionados por las pintadas.

Como viene siendo habitual en la colaboración entre Policía Local y Policía Nacional, a la finalización del informe pericial y de identificación del presunto autor, el joven fue citado a declarar hace escasos días por un posible delito de daños, quedando en libertad tras este trámite a espera de juicio. El resultado se suma a otras acciones delictivas resueltas como la que afectó a la oficina de turismo u otras propiedades privadas.

Calígrafos

La caligrafía no solo sirve para identificar la falsedad de una firma o el análisis de documentos manuscritos. Y, si no, que se lo digan a la nueva unidad de Urbanidad y Medio Ambiente de la Policía Local de Elche, que dispone de un pequeño laboratorio donde poder analizar la firma y los garabatos de pintadas que los vándalos dejan por toda la ciudad, desluciendo el mobiliario público y fachadas de edificios municipales y privados. El oficial y el agente que se encargan de controlar el vandalismo tienen la titulación de peritos calígrafos, lo que les acredita, incluso si hiciera falta judicialmente, para identificar a través de las firmas de estas pintadas a sus autores.

Y es que hay ocasiones en las que coger un bote de pintura y dedicarse a hacer garabatos, puede suponer, más allá de una sanción administrativa, un delito. Sobre todo, tras la última reforma del Código Penal o la Ley de Seguridad Ciudadana. Más allá del contenido del mensaje -en garabatos racistas, homófobos o contra partidos políticos pueden suponer incluso un delito de odio-, se considera delictiva toda pintada cuyo daño no pueda repararse, y provoque que haya que restituir el elemento donde se ha producido.

Por ejemplo, si se pinta una fachada convencional o un cristal de un escaparate con pintura, y esta se borra o se puede pintar por encima, estaríamos hablando de una sanción administrativa de entre 750 y 3.000 euros, dependiendo de la gravedad. Por el contrario, si la pintada se realiza con ácido -cada vez más común- o sobre piedra de granito, de forma que sea imposible quitarla al absorberse por la porosidad del material, sí sería un delito, al tener que sustituir el trozo de piedra o fachada donde se realice el garabato, y dependiente del daño, puede ser considerado delito leve o grave.

La unidad cuenta con todo el material necesario: un microscopio para estudiar con detalle el trazado, las marcas de tinta, la presión de la firma o sus signos característicos, una cámara para trasladar lo visto en el laboratorio al formato digital, un negatoscopio, o una mesa de reproducción fotográfica.

Estos actos vandálicos suponen un importante desembolso para las arcas municipales. Solo en grafitis se estima que el Ayuntamiento invierte más de 130.000 euros en su limpieza. La cifra se dispara hasta el millón de euros si se tiene en cuenta el resto de daños al mobiliario urbano, una práctica contra la que también lucha la unidad.

De hecho, detrás del trabajo de estos agentes está la detención del pirómano que hace algunas semanas llevó de cabeza a los bomberos tras quemar 40 contenedores en Carrús. El seguimiento y la vigilancia realizada permitió, con el apoyo del Grupo de Apoyo a Operaciones, detenerlo tras pillarlo con las manos en la masa.

En definitiva, una nueva unidad para perseguir este tipo de actos vandálicos, ya que, hasta ahora, no se había incidido en ellos y que contribuirán a mantener más limpias las calles de la ciudad.