Lolita Chávez (Guatemala, 1972) es una activista especialmente comprometida con los derechos de las mujeres indígenas, que lleva años reclamando conciencia social contra el ataque a los derechos humanos perpetrados por las grandes multinacionales en su país, entre ellas firmas españolas. Lolita combate el «neoliberalismo» económico que está acabando, denuncia, con la biodiversidad del territorio, generando conflictos, desplazando a pueblos y generando represión contra sus habitantes. Desde hace dos años tiene prohibida la entrada a su país, al que describe como «genocida», precisamente por la denuncia de estas prácticas, que ayer expuso en el Centro de Congresos en una jornada organizados por la Federación de Enseñanza de CC OO.
P ¿Cómo ha llegado hasta aquí, al activismo que propaga por todas partes del mundo?
R Empecé desde que era joven, incluso de niña. Mi pueblo vivió una guerra de más de 36 años. Guatemala es un estado genocida, y uno de los pueblos más masacrados es el que yo vivo, y siempre hemos sido muy reivindicativo, por la defensa de los bienes comunes y de la tierra.
P Pone el acento en las grandes multinacionales que atacan los derechos humanos, desplazamientos de personas, destrucción del territorio... ¿Cuáles son los intereses de esas empresas? ¿Hay firmas españolas?
R Dependen de dónde vengan, pero hay de todo tipo. Desde la industria minera, que se quedan con el territorio, desplazando a la gente y a las tribus que viven en él, hasta la construcción y explotación de complejos hoteleros. En el caso de España, por ejemplo, abundan la explotación de ríos que dejan sin suministro a más de 30.000 personas, para explotar lo que llaman energías renovables. Hay empresas gallegas, del país Vasco, ACS, de Florentino Pérez... El problema es que no solo arrasan con el territorio, sino que los beneficios que generan, no se quedan allí.
P ¿Y la comunidad internacional no hace nada?
R Es lo que denunciamos y lo que tratamos de conseguir. Que la gente sepa lo que está pasando, que tome conciencia y se impliquen. Lo que queremos no es solidaridad, sino responsabilidad. Que los países cuyas empresas están haciendo estos ataques a los derechos humanos tomen cartas en el asunto, que se puedan enjuiciar aquí los crímenes que se cometen allá y que se exija responsabilidades. Todos los países tienen parte de responsabilidad, España también.
P Decía que su país es genocida. Usted misma ha sufrido varios ataques contra su vida. ¿De dónde saca el coraje para seguir?
R Mis ancestros dejaron un legado que hay que preservar. Cuando fui atacada, mi pueblo respondió por mí. Y eso me da mucha fuerza. La historia de mi pueblo, la fuerza de mis ancestros y el amor por la tierra es lo que me mueve.
P ¿Cree que podrá pisar algún día, de nuevo, Guatemala?
R Es mi mayor deseo. Estoy apartada de mis hijos, que es una forma de tortura psicológica que vive mucha gente, y voy a luchar para conseguirlo.
