redacción

Carla (nombre ficticio para preservar su identidad), está en cuarto de carrera, y lleva realizando prácticas desde hace un año y medio. «He estado en tres empresas, y lo máximo que he recibido al mes son 150 euros, por cuatro horas diarias de trabajo que, encima, me obliga a perder clases porque coincide en horario», lamenta. Es consciente de que son voluntarios y en su carrera (Derecho), no son necesarias, pero «cada año se gradúan decenas de compañeros, todos con el mismo título. La única opción que hay de salir con un currículum diferente al resto es la de hacer práctica en empresas, así que tienes que elegir entre salir al mercado laboral con ninguna experiencia, o engordar tu currículum, aunque al final te cueste dinero porque el desplazamiento, la comida y demás te lo pagas tú», lamenta.

Para ella, la solución es clara: «al igual que existe un Salario Mínimo Interprofesional para los trabajadores debería regularse lo que recibimos los becarios. Habría que establecer por ley que toda práctica no curricular sea pagada, y un mínimo a percibir», señala. «Hay empresas que lo tienen sistematizado: «cuando termina un becario, entra otro, y así, cíclicamente. Al final lo que hace la empresa es cubrir un puesto de trabajo con la mínima inversión, a costa de las necesidades de los estudiantes».