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Un estudio alerta de que los vapeadores dejan restos cancerígenos e inducen a los menores a fumar

La investigación realizada por una neumóloga del Hospital del Vinalopó retrata los efectos nocivos de los cigarrillos electrónicos

La neumóloga del Hospital del Vinalopó Ana Camarasa, autora del estudio que alerta de las consecuencias del cigarrillo electrónico. matías segarra

La moda del vapeo, como se conoce a los cigarrillos electrónicos, no es, como se ha defendido hasta ahora, inocua para la salud. Así lo afirma al menos un estudio liderado por la neumóloga del Hospital del Vinalopó, Ana Camarasa, que sostiene que el uso de estos dispositivos deja en las vías respiratorias restos de «acetaldehídos, formaldehídos, acroleína, compuestos carbonílicos o incluso bencenos, reconocidos como carcirógenos humanos». Estos dispositivos funciona al vaporizar un líquido (e-liquid), que puede contener o no nicotina. En este último caso es todavía más perjudicial, pues se añade el ya conocido compuesto perjudicial del tabaco, que provoca la adicción a este. «La acción del calor -necesario para generar el vapor- descompone el e-liquid en algunos de sus elementos», señala el estudio, que incluye estas sustancias indicadas anteriormente.

Además, según explica la doctora, «existen estudios que señalan que el 20,1% de los alumnos de secundaria ha utilizado el cigarrillo electrónico, y el 21% de los usuarios nunca había fumado previamente, por lo que podría tratarse de la puerta de entrada de inicio al consumo de cigarrillos manufacturados entre los jóvenes», por lo que los vapeadores no solo no son una vía de escape en cuanto a la adicción al tabaco, sino que contribuye a aumentar el número de fumadores.

La investigación realizada desde el Hospital del Vinalopó va aún más allá, y señala que «aunque la exposición tóxica con el cigarrillo electrónico es inferior a la del cigarrillo convencional, los efectos a largo plazo de su consumo activo o pasivo son inciertos y no pueden considerarse dispositivos seguros e inocuos». De esta forma alerta del peligro no solo para el usuario, sino para quien lo rodea, pues el contrario de lo que ocurre con el cigarrillo convencional, su uso no está restringido en espacios cerrados, lo que contribuye aún más a hacerlo más atractivopara sus usuarios, en sustitución del tabaco manufacturado.

Consumidores duales

El vapeo es utilizado también por muchos fumadores para dejarse el tabaco, pues hay dispositivos que contienen nicotina o que directamente lo que hacen es calentar el tabaco para su consumi, y así, poco a poco, dejar la adicción a la nicotina. Sin embargo, según se ha podido comprobar en este estudio «no hay ninguna evidencia de que estos dispositivos sean útiles para el abandono del tabaco y la experiencia observada en algunos países muestra que los usuarios se convierte en fumadores duales, tanto del dispositivo electrónico como del cigarrillo convencional».

Esta investigación rompe así los mitos que rodean a los vapeadores, cuyos adeptos, según las estadísticas, no han dejado de crecer en los últimos años. Así, los expertos piden más investigación para esclarecer las consecuencias de su consumo, pues el hecho de que hayan salido al mercado en los últimos años ha hecho que no se haya estudiado lo suficiente como para conocerlas con certeza, tanto a corto plazo como a lo largo de los años.

«Los venden con una publicidad muy atractiva y en cualquier sitio»

Uno de los principales problemas que contribuye a atraer a los usuarios para incitarlos al uso de este cigarrillo electrónico, sobre todo entre los más jóvenes es esa «falsa sensación de inocuidad», señala la neumóloga Ana Camarasa, autora del estudio que alerta sobre su peligrosidad. Los vapeadores «se venden con una publicidad muy atractiva y casi en cualquier sitio, lo que hace que se estandarice su uso», señala. De hecho, en centros comerciales, gasolineras y otros muchos establecimientos más allá de los estancos, es posible adquirir los dispositivos y sus recambios. «Necesitamos una legislación que los regule, como en el caso del tabaco, cuya publicidad está prohibida, y concienciar a la población de los riesgos», añade.

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