"La enfermedad es el crisol del miedo". Es parte del poema con el que la periodista ilicitana María Ángeles Sánchez comienza 'Tres malditos centímetros', longitud que hace alusión al tamaño del cáncer detectado en su páncreas. La autora, hermana del que fuera párroco de Sant Miquel y delegado de Cáritas durante una década, Miguel Ángel Sánchez, se ha dedicado durante casi medio siglo al género de los viajes. Tal vez por eso, este poemario es como un tránsito -descarnado y en el que no falta el humor, a veces crudo- por todo el proceso que vivió desde que le fue diagnosticada la enfermedad. Así la ha vivido:

El síntoma

No hacer caso a los síntomas/ es una pequeña/ forma de suicidio: Estuve mucho tiempo sin fuerzas para levantarme por las mañanas. No podía hacer nada. No iba al médico. Pensé que me había deprimido. Al mismo tiempo estaba escribiendo varios libros, lo cual me obligaba a levantarme de la cama y ponerme delante del ordenador. A veces tenemos síntomas. Me había dado cuenta de que tenía picores, y el pis era de color cocacola. El cáncer es muy traidor, asoma sin avisar, pero a veces da pequeñas pistas que atribuimos a cosas cotidianas. Durante cuatro o cinco días, pensé que aquellos picores eran unas arepas colombianas con queso que me había comido.

El diagnóstico

Y me siento de pronto/ yo, eterno pájaro en libertad/ parte de una tribu oncológica/ de incierto destino. Buscas excusas para no enfrentarte con lo que ves. Ni por lo más remoto pensé que tenía un cáncer. Por suerte para mí, me puse muy amarilla. Yo no me di cuenta, ni nadie me lo dijo, hasta que di un paseo con mi nieta en el carrito y, al volver, mi hijo, que me esperaba en la calle, me preguntó si me había dado alguna base de maquillaje. Al día siguiente fui a la médica de la Asociación de la Prensa (nunca había ido a su consultorio), vio que estaba amarilla y se dio cuenta enseguida. Me envió al hospital. Llegué a Urgencias y ya no me dejaron salir de allí.

Vocabulario

...Oncor/ Novalius/ Abraxane/ Neoplasia/ Casi preferiría/ no haber ampliado tanto/ mi vocabulario: Tengo ahora un vocabulario? Podría haber prescindido de él. El tumor en la cabeza del páncreas oprime la vía biliar. Por eso me puse amarilla. Y por eso me picaba el cuerpo, porque tenía una concentración de bilis. Si no tienes ese síntoma, si el tumor aparece en la cola del páncreas, los médicos pueden atribuir los síntomas a otras causas, como agotamiento o depresión.

Tránsito

Todo conduce a un lugar/al que no quiero ir: Es un viaje a través de la enfermedad. Está editado tal como lo fui escribiendo, por el mismo orden, como fueron naciendo. Pasé mucho tiempo sola. Tras la operación me tuvieron que ingresar de nuevo porque no digería bien. Y tras el segundo ingreso, continué escribiendo. Fue a golpe de impulsos.

La escritura

¿Renaceré/ como tantas veces/ desde la escritura?: Siempre he entendido la vida, desde que era muy pequeña, a través de la escritura. Cuando tenía 11 años, murió un hermano que tenía 27. Fue mi primer enfrentamiento con la vida adulta. Para entenderme a mí y a los demás, he tenido que escribir. Ese renaceré tiene un componente de recuperación, de reconciliación. Cuando escribo me siento mejor, quizás porque me hace entender las cosas. Se llega a una profundidad mayor que si se compartiera con un interlocutor oral. Con la escritura, me desnudo. Por completo. Me desnudé tanto en este libro? Por él desfila todo.

Humor

' ¡Pero si tenías un cutis estupendo la última vez que te vi! ¡Estabas guapísima'/ Rentabilidades pasadas/ no garantizan/ rentabilidades futuras: Es todo tan duro y tan dramático, que a veces necesitaba esa salida. Traté de desdramatizar y de reírme, bastante, de mí misma. En ese trago pasas por todos los estados de ánimo. Es como una montaña rusa. Pasas por quererte morir a decir que de esta sales como sea: De esta tenemos que salir, tú de lo tuyo, yo de lo mío [...] De poder a poder, no voy a dejar que me gane, escribo. No hay más posibilidad que luchar. Cuando la gente me dice que es admirable cómo lo he afrontado, qué fuerza he tenido, no saben que no hay más posibilidades que enfrentarte a eso. ¿Qué otra hay? Morirse es muy complicado, largo, pesado, difícil. Optas por vivir.

La suerte

¡Qué iguales somos/ frente el dolor!/ ¡Y qué terriblemente/ desiguales / frente su remedio!: No es lo mismo un diagnóstico a tiempo, tratado en un hospital magnífico, como el de San Chinarro (Madrid), que si esto te ocurre en un país sin medios. Dentro de todo lo terrible de lo que me ha pasado, y sigue pasando, estoy en el mejor de los mundos posibles. Abres un grifo y sale agua. Hace frío y conectas la calefacción. Coges un taxi y te lleva al hospital para que te diagnostiquen un cáncer de páncreas. Te tienes que agarrar a esas cosas buenas para seguir, porque este es un proceso largo. Justo el pasado 17 de mayo hizo tres años que me operaron. Se supone que cuanto más tiempo pase desde la operación, menos posibilidades de metástasis hay. Pero las hay.

Los pequeños placeres

A veces/ un risotto con peras/ o un guiso de alcachofas/ viajando en tren/ se transforman en una sublime/ expresión de amor: Comer era una tortura. No sabía cómo lo digeriría ni si vomitaría. Durante la quimio perdí 23 kilos. Y todo el pelo. La gente dice que el cáncer se cura. Sí, pero menudo proceso. La quimio es muy dura. La gente habla de ella con mucha naturalidad, pero es una tortura. Te deja hecha fosfatina. Un proceso tan terrible como este te hace enfrentarte a la vida y a la otra cara de la moneda, la muerte. Y te hace valorar infinidad de cosas. Le digo a todos que valoren cada mañana que pueden abrir los ojos, porque nos parece normal estar sanos. Estar sanos, poder comer, salir a la calle, caminar, es un milagro. Que el cuerpo funcione es un milagro, pues hay muchas posibilidades de que algo se dañe.

La amistad

El amor de la amistad/ ha logrado convertir/ los miércoles de quimio/ en una fiesta: Los miércoles tenía la quimio. Cuando salía, me recogía una amiga y me llevaba a su casa. Allí me tenía siempre preparada una comidita, cosas ricas. Casualmente, en ese edificio viven otras cinco grandes amigas. Muchas veces me acompañaban por la tarde y luego me traían a casa. El día de la quimio, tienes como un chute de energía. Mi oncólogo contaba que uno de sus pacientes aprovechaba ese día para ir al cine y salir con amigos por la noche, pues era cuando más fuerza tenía. Que esas amigas me arropasen, convirtió los miércoles en algo especial. El resto de la semana solía estar sola en casa, destrozada, sin poder moverme. Pero el miércoles, salvo por la quimio, tenía ese aliciente.

El perdón

Hay tanto miedo en tu corazón/ que tal vez deba perdonar tu huida. Salvo el diagnóstico, que es espantoso, durísimo, todo lo que ha rodeado a la enfermedad ha sido positivo. Y no es por buenismo, del que estoy hasta el moño, como de la actitud positiva, pues parece que tenemos que estar contentos todo el rato. Hay momentos en que no puedes más. Pero hay esos momentos positivos, como la respuesta de la gente, el cariño y la solidaridad, que a veces iban más allá de lo que esperaba. Sobre todo, la parte humana. Algunos, desaparecieron del mapa. Ese poema está dedicado a una persona que era importantísima en mi vida y que desapareció, como si el cáncer fuera contagioso. O quizás huyó porque no podía soportar la idea de la pérdida. Antes de soportar que me muriera, desapareció. Pero cuando ocurre algo así te sientes abandonado. Otros, que no eran tan amigos, reaccionaron positivamente, me acompañaron, me llevaron al médico. Ahora soy mucho más sociable que antes de la enfermedad.

Llamar cáncer al cáncer

Sin la cabeza del páncreas/ vesícula/ duodeno/ medio estómago/ y con una cicatriz atravesando/ de lado a lado/ el punto de partida se revela/ complejo. Mi oncólogo me decía que, en general, la gente con diagnóstico de cáncer tiende a meterse en sí misma. Pero yo, desde el primer momento, al cáncer lo llamé cáncer. El oncólogo dice que una de las cosas buenas de este libro es que llama a las cosas por su nombre, que ha puesto nombre a la enfermedad, pero en forma de poesía. Que no es fácil. Y sinceramente, con las pequeñas victorias y las grandes derrotas.

Ataque poético

Esto de los poemas/ empieza a ser ya/ una enfermedad/ Valga la redundancia. Bromeaba conmigo misma. Me dio un ataque de escribir poemas. Tuve cinco o seis meses que no paraba. Lo cual me ayudó mucho.

Mamá

Ay mamá/ mamaíta mía/ gime desgarradoramente/ una anciana/ en el box de urgencias/ mientras una mano/ profesional y firme/ le aplica/ la dosis necesaria/ de morfina. Evocas hasta a tu madre. Notas la pérdida. La enfermedad te vuelve muy dependiente. Y muy débil. Y yo soy una persona bastante autosuficiente, independiente. Vivo sola. Pero físicamente, dependes de quien te lleva al médico, de quien te trae a casa. No tienes ni fuerzas para eso. Y psicológicamente. En otro poema digo: Me miro al espejo/ para hacerme compañía. Te preguntas cómo definir la soledad. Frente a la respuesta de los amigos, de los hijos, de los hermanos, que respondieron solidariamente, el que pasa solo por ese trance es el enfermo.

Soledad

Siento/ -según se aleja/ en teoría/ el fantasma de la muerte-/ cierto cansancio/ a mi alrededor/ Eso me da pena/ Y miedo. Al principio, todo el mundo colabora. Pero si la enfermedad se prolonga? Frente a una amenaza de muerte, todo el mundo responde enseguida. Al grito de la palabra cáncer, acuden las huestes. Me preguntaba de dónde habían salido. Apareció gente de la que hacía años que no sabía nada. Incluso con la que no tenía buena relación. ¿Qué les pasaba? Que en el fondo había un punto de morbo y un deseo de despedirse. Reaccionan con gran ímpetu ante esa amenaza de muerte, pero al prolongarse en el tiempo muchos se cansan. Hubo un momento en el que sentía que todo el mundo tenía la necesidad de decirme que estaba estupenda, que había mejorado mucho? Me veían mucho mejor de lo que yo me veía y sentía. Ser enfermo es muy jorobado. Pero cuidar a un enfermo es muy difícil.

Comentarios Ajenos

Se afanan en mostrarme/ ejemplos de éxito/ Y no se dan cuenta/ de que yo no temo el final/ sino el camino. Me hacían comentarios con la mejor voluntad. Me contaban que tenían amigos que habían sufrido un cáncer de páncreas y que ahora corrían maratones. Pues vale. Tampoco me podían poner muchos ejemplos, pues la mayoría muere. Hay muchos ejemplos, empezando por Rocío Jurado, siguiendo por Steve Jobs, terminando por Forges.

Miedo

Y no se dan cuenta/ de que yo no temo el final/ sino el camino. Yo no tenía miedo a morirme. Lo que tenía, y sigo teniendo, es miedo al proceso. Me pregunto si será largo, doloroso? Te venden durar más tiempo como un éxito humano y médico: le dieron seis meses y duró tres años, suelen decir. ¿Y cómo son esos tres años? Hay circunstancias por las que no tengo interés en pasar por ellas.

7%

He afrontado la enfermedad como tantas cosas en la vida: sin bibliografía. Al principio, no fui consciente del porcentaje tan elevado que hay de morir por un cáncer de páncreas. Cuando me dijeron el diagnóstico, no sabía ni dónde estaba el páncreas. Ahora soy parte de ese 7% de supervivientes. Es poquísimo. Es uno de los peores cánceres que hay. Lo afronté sin bibliografía, sin conocimiento. No tuve necesidad de meterme en internet y poner las palabras 'cáncer de páncreas'. En el fondo, era pura inocencia. A mi alrededor, todo el mundo estaba más asustado que yo, porque todos sabían, mucho más que yo, lo mortal que es.

Aforismos

El cáncer/ es una carrera/ de fondo/ que se compadece mal/ con los tiempos de esprint/ que nos han tocado vivir. Una persona me dijo que esto no eran poemas. Qué mas da lo que son: aforismos, haikus... No sé lo que son, ni si es poesía. Sé que nacieron de lo más hondo en una circunstancia brutal. Están escritos tal como me salían. Es un libro salido de las entrañas. Y de la necesidad de compartir con los demás: incluso con aquellos que me acompañaron, a los que no pude trasmitirles en esos momentos lo que sentía. El día de la presentación del libro, mi hijo pequeño se hinchó a llorar. Él vivía en Londres y se vino a España, a mi casa, durante el proceso. Un día se puso a leerlo y le caían los lagrimones.

La lucha

Al final/ va de esto/ De la muerte/ de la vida. El cáncer es algo que se instala en tu vida y contra lo que has de luchar cada día: Lo que tenga que ser/ está ya/ inscrito en mi cuerpo, cuento en uno de los poemas. Me dicen que no piense en ello. Cómo no voy a pensar en eso: tengo que estar al tanto de lo que como, de si tengo que hacer gimnasia porque me falta masa muscular, de si tengo que salir a la calle porque me falta vitamina D y me tiene que dar el sol? Te puedes distraer a ratos. Lo que más me distrae son las charlas o jugar con mis nietas. Con el cáncer hay cosas que pierden toda la importancia porque ya te dan igual. Antes, si se rompía un jarrón que había traído de un viaje, era un drama, pero ahora da igual. Un jarrón menos.

Carrera de fondo

De nuevo en la casilla de salida/ en este parchís de avances/ y retrocesos/ en el que mi cuerpo y yo/ jugamos todas las fichas. Aún tengo que luchar mucho. A veces me siento agotada. Es mucha lucha. Hace tres meses tuve una complicación, por la que me tuvieron que volver a operar. Tras lo que había avanzado (había sido capaz de viajar a la Palma, ir en avión, estar fuera de mi casa?), ha sido como volver a empezar. Es una carrera de fondo. Hay días en los que me siento con más energía, y otros?

Estenosis de la anastomosis

Escribir es una forma/ de sacarlo fuera/ cierto/ pero también una manera/ de meterlo cada vez más/ hacia adentro/ Espero no haber/ equivocado el camino.

El diagnóstico de mi segunda operación es que se trata de una estenosis de la anastomosis (una complicación del bypass gástrico). Menudo ripio. El cirujano bromeaba: no sabíamos ¿me contó? cómo hacer para que escribieras otro libro. Y entonces escribí un poema que se llama 'La estenosis de la anastomosis'.

Carrera de fondo

No he podido escribir/ ni una línea/ en cinco meses/ Pero ahora/ las palabras se agolpan/ en la punta afilada/ de mi lápiz. Me diagnosticaron el cáncer en octubre de 2015. Me operaron en mayo de 2016. Luego, más quimio. Escribí el libro durante un año. Durante los primeros meses fui incapaz de escribir una sola línea. Cuando me lo diagnosticaron, la gente me decía que hiciera un blog. Pero no podía escribir. No tenía nada que decir. Pero un día empecé y no podía parar. No todo son sentimientos. Hay análisis, a veces desde la frialdad. Creo que no podría decir más sobre este tema.