Probar una enchilada texana o saborear una parrilla argentina, en la calle, servido en una camioneta vintage por cocineros que se recorren el país subidos al carro de la moda «foodtruck». La comida callejera se ha instalado este fin de semana entre las palmeras de Elche, en el Paseo de la Estación. A esa oferta de la cocina nómada se suman los diseños de creativos de moda y complementos ilicitanos y llegados de otros municipios cercanos que buscan hacerse un hueco entre la feroz competencia.

Detrás de esas quince furgonetas y hasta un típico autobús londinense de los años sesenta que han hecho parada en la ciudad para dar vida al «street food market», organizado por el Ayuntamiento, hay mucho más que kilómetros. Algunos llegan a la ciudad de moverse por todo el Levante, otros incluso se han atrevido a salir fuera de España. Los fogones que hay en el interior de esos vehículos acumulan muchas historias y platos con sabores de todo el mundo.

Muchas veces, esos chefs que salen por las ventanillas para ofrecer sus platos han restaurado ellos mismos o tuneado caravanas o camionetas sacadas de desguaces para darles una segunda oportunidad hasta convertirlos en restaurantes sobre ruedas.

Y después de servir los nuggets, hamburguesas americanas, las salchichas alemanas, unos burritos, una cochinita pibil o empanadas venezolanas esos cocineros son los mismos que se ponen al volante para poner rumbo a otra ciudad y aparcar allí durante días.

En Elche, este año esa comida callejera y de autor servidas desde las furgonetas han estado acompañadas por las creaciones de artesanos y de comerciantes alternativos que ofrecen desde camisetas personalizadas, ropa de bebé, bisutería, cerámicas e ilustraciones. La música en directo y las canciones pinchadas por un dj también han servido para amenizar los dos días de una cita gastronómica que va más allá de un negocio y supone ya un estilo de vida. Hoy, más.