Un perito judicial negó ayer cualquier posibilidad de que las pistolas de dos policías locales de Santa Pola acusados de homicidio en grado de tentativa durante una persecución a dos personas que se saltaron un control policial y atropellaron a uno de los agentes en su huida pudieran dispararse por error. La Sección Séptima acogió ayer la tercera sesión del juicio en una causa en la que el Ministerio Público pide cinco años de prisión para los agentes, y otros cuatro para el conductor fugado por atentado contra la autoridad en unos hechos de hace ahora diez años.

El perito explicó que este tipo de armas posee un potente sistema de seguridad que hace que ante cualquier caída, golpe o, incluso, aunque le pasara un coche por encima, no pueda dispararse sola. Tan solo ejerciendo fuerza sobre el gatillo, «hasta el fondo», es posible efectuar un disparo. El informe pericial también dictaminó que los dos casquillos encontrados en la zona donde se produjo el tiroteo y el atropello, en la rotonda junto al cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola, pertenecían a dos armas distintas, por lo que, presumiblemente, fueron realizados por los dos agentes.

Durante la jornada de ayer comparecieron en el juicio, en calidad de testigos, otros dos policías locales que apoyaron el dispositivo de búsqueda del vehículo fugado del control y que llegaron a la zona instantes después de que la patrulla interceptara al vehículo fugado en el que iban los sospesosos. Los dos narraron cómo uno de los agentes fue atropellado mientras se acercaba al coche una vez lograron que se detuviera en la rotonda. Sin embargo, discreparon en el hecho de si el agente que finalmente fue atropellado sacó o no la pistola en el momento en el que el vehículo inició la marcha para embestirlo.

«Un fogonazo»

El primer policía en declarar dijo que no vio la pistola en ningún momento, mientras que el segundo aseguró que no la llevaba en la mano pero vio, mientras le atropellaban, cómo desenfundaba el arma para, acto seguido, vislumbrar «un fogonazo», cuando «estaba encima del capó del coche», antes de caer al suelo, pero no vio que «apuntara a ningún sitio», aunque acto seguido escuchó «otra detonación».

También declaró durante la jornada de ayer un agente de la Guardia Civil que se incorporó a la investigación el día después de que se produjeran los hechos. Por su parte, este guardia, que inspeccionó el vehículo una vez localizado, afirmó que el disparo encontrado en la carrocería, «por la trayectoria y con el arma montada» debió «ser fortuito, no es posible un tiro a conciencia encima del capó» aunque indicó que no lo podía asegurar al «100%».