Con el cuerpo más descansado después del ritmo frenético que exige la Transilicitana, cientos de corredores y caminantes pasaron ayer hasta las 7.33 horas de la mañana por la línea de meta después de 24 horas recorriendo 101 kilómetros repartidos por senderos y enclaves montañosos de la ciudad. Lo más notorio de la prueba fueron las lágrimas que a muchos se le cayeron después de poner el alma en una prueba que trasciende del terreno deportivo y la que sólo logran superar los más valientes y con más fuerza mental, entre ellos una decena de mayores de 65 años. En total, de los 899 que tomaron la salida, 241 abandonaron durante esta carrera solidaria con la que la asociación de la Policía Local recaudará fondos para Anoa Elx, colectivo de familias de personas con discapacidad psíquica.

Yordanka Dimitrova cruzó el umbral de las 20 horas cuando apareció por l'Hort del Xocolater con una emoción máxima, ya que esta era su tercera Transilicitana y para ella era una especie de promesa con la que agradecer que su hijo ha logrado superar una enfermedad. «Es vital mucha fuerza de superación para aguantar momentos difíciles», señala, sobre todo a partir del kilómetro 67 donde para muchos arranca oficialmente la prueba porque empieza a caer la noche y la ruta se hace más compleja con subidas interminables y bajadas arriesgadas entre piedras movedizas como las del Castro por la garganta de Crevillent. José Agulló recuerda momentos de dificultad a esta altura, a unos 20 kilómetros de la meta. En su quinta edición llegó caminando en las últimas cuatro horas y explica que sería demasiado difícil haber enfrentado solo la noche cuando lo poco que se ve son las luces de las mochilas de los compañeros, por lo que entiende que estar junto a otros deportistas da fuerza y seguridad.

Mérito

Este deportista no quita méritos a quiénes llegan los últimos porque reconoce que podría ser incluso más difícil que realizar la prueba corriendo porque el cuerpo sufre durante más horas. Se realizaron 60 intervenciones sanitarias y el protocolo de seguridad y voluntarios en los nueve puntos de avituallamiento superaron las 200 personas que fueron pilar esencial para animar y evitar que los participantes desfallecieran como Patricia, alias Cuckylayka, que mejoró su marca y llegó sola pasadas las 21 horas dedicando la carrera a su perrita, que falleció hace dos semanas. El nuevo tramo de Monforte fue uno de los más duros que le pasó factura, sin hablar de la calurosa jornada que nunca olvidarán. Para celebrar la prueba alguno, incluso, pidió matrimonio a su pareja.