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El dulce sabor que acompaña la Pascua

Los hornos de Elche viven jornadas intensas para elaborar las monas y dulces como buñuelos o torrijas que se consumen durante la Semana Santa

El dulce sabor que acompaña la Pascua

Monas de Pascua o fogasetas, según las denomine cada uno, algunas solas, otras acompañadas por huevos o chocolate, pero también dulces como los buñuelos de viento o las tradicionales torrijas. Ninguna de estas elaboraciones puede faltar para dar sabor a la Semana Santa ilicitana y cumplir con la tradición. Los hornos ilicitanos viven jornadas frenéticas, en las que se trabaja prácticamente las 24 horas, para que nadie se quede sin su premio o se lo pueda regalar a sus ahijados, como dicta la costumbre.

Las confiterías de Elche y las pedanías llenan estos días sus escaparates con monas, buñuelos y torrijas, muchos de ellos rellenos con sabores (crema, trufa, merengue, nata, chocolate) para todos los paladares. Dejados atrás los años más duros de la gran crisis económica, la demanda de estos productos va en aumento, lo que garantiza que la tradición se mantenga al alza. Los reposteros también se esfuerzan para poder cubrir todas las necesidades de la sociedad y, por este motivo, cada vez se abren más a las elaboraciones para celiacos o intolerantes a la lactosa, por ejemplo.

Uno de los hornos que estos días funciona a toda máquina en Elche es el de Lozano, que, sin ir más lejos, entre fogasetas clásicas y acompañadas por huevos, supera las 20.000 elaboraciones. Una de sus responsables, Paqui Lozano, explica la «locura» de estas jornadas. «Al trabajar con los supermercados, las ventas se disparan. También tienen mucha demanda las infantiles, que se inspiran en los dibujos animados, y las que están bañadas en chocolate», asegura. En sus hornos se han hechos turnos especiales estas semanas para trabajar desde las 22 horas hasta la llegada del amanecer. «Es una de las campañas más estresantes del año, junto a la de las Navidades», concluye.

En la misma línea se pronuncia el pastelero Fran Castell, en representación de las confiterías Castell. «Son días intensos porque hacer una gran producción es duro, requiere de mucho trabajo. Apostamos por una fermentación lenta porque cuidamos la elaboración de la masa», apunta el pastelero, cuya confitería elabora estos días más de 3.000 fogasetas, muchas de las cuales irán destinadas a los reclusos de Fontcalent y Villena en una acción solidaria. «Cuidamos los ingredientes y hemos bajado los contenidos de azúcar para que sean más saludables. No hay más secreto que utilizar buen aceite de oliva, huevos y leche», añade Castell, sabedor de que, una vez que finalice la intensa campaña de Semana Santa llegará el momento de empezar la de las comuniones y, más adelante, la de las bodas estivales.

Producto estrella

Al igual que sucede con el Roscón de Reyes, los hornos improvisan cada vez más con nuevos sabores. Pese a esta experimentación, el producto estrella

sigue siendo la clásica fogaseta, la más demandada por parte de los ilicitanos en unas confiterías en las que estos días se agolpan los pedidos y reservas de productos de cara al «lunes de mona», el día en el que más se consumen. Amigos y familias intentarán disfrutarlas en el Pantano o en las playas, siempre que el tiempo lo permita, porque la lluvia está condicionando el desarrollo de la Semana Santa.

Depare lo que depare el cielo, las monas y el resto de los dulces acompañarán a los ilicitanos, ya sea al son de las procesiones, al aire libre en plena naturaleza o a cubierto. La única duda para resolver es la de si se impondrán las de chocolate o las de huevo para esclafar.

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