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Un espacio con demasiadas utilidades

Asiduos a la sala de estudios de La Llotja, abierta 24 horas, denuncian que en fin de semana y puentes hay indigentes durmiendo, se hace botellón y se acumula suciedad, por lo que reclaman un conserje

Vista de la sala. matías segarra

Son las diez horas de un lunes por la mañana y nada más acceder a la sala de estudios de La Llotja hay un joven con la capucha puesta, sentado, con la cara sobre sus brazos y durmiendo encima de la mesa. A su lado, un móvil con la pantalla rota, una cajita redonda y un cigarrillo. En su mesa está solo él. En las otras, distintas personas, distribuidas de manera desigual, permanecen con sus portátiles, sus cascos o sus apuntes, totalmente en silencio, estudiando, haciendo tareas y tratando de concentrarse.

Aunque estos últimos fines de semana han sido tranquilos, sobre todo de cara al personal de limpieza, algunos de los usuarios consultados señalan que aquí han llegado a ver de todo. Aseos embozados, vómitos, restos de botellón, suciedad e, incluso, personas sin hogar durmiendo que en ocasiones se enfadan cuando alguien que acude con el propósito de preparar exámenes enciende las luces son algunas de las escenas que se han encontrado parte de los usuarios de la sala de estudios de La Llotja los fines de semana y puentes. Para frenar esto, que no es de ahora, piden vigilancia presencial, un bedel o similar.

Incidencias

Estas dependencias son las únicas municipales que permanecen abiertas 24 horas todos los días de la semana, independientemente de si es época de exámenes o no, y desde hace años vienen sufriendo todo tipo de incidencias que desatan las quejas o al menos el malestar de algunos usuarios.

Desde sillas robadas hasta pequeños incendios, algunos destrozos y extintores vaciados. La lista de problemas que se han generado en su interior es amplia, así como los intentos, con mayor o menor éxito, por parte del anterior equipo de gobierno municipal y del presente, de frenar este tipo de situaciones.

Una usuaria relata que ha llamado a la Policía Local en varias ocasiones porque a veces se ha encontrado indigentes que a las 7.30 de la mañana de un domingo, cuando ha ido a encender las luminarias para ponerse a estudiar, ha tenido que asistir a la reprimenda de un «sintecho» o una persona bebida exigiendo que volviera a apagar las luces para poder seguir durmiendo.

Otros señalan que aquí se hacen de vez en cuando botellones y que luego no recogen nada, cuando no vomitan en el aseo y permanece así de decorado medio fin de semana.

Christian, alumno de ADE y Turismo en la Universidad de Alicante, acude a estudiar aquí porque le coge cerca de casa y porque le parece un sitio ideal para ello. «En mi casa no me concentro», apunta Wences sentado a su lado. Ambos aseguran que no han visto escenas como las citadas, aunque sí que hay mucha gente. De la misma opinión es Lucía, que prepara oposiciones a Justicia.

«No hay control»

En cambio, Sara, que oposita para lo mismo, afirma que aquí ha visto casi de todo. «El problema es que no hay control. Haría falta un bedel», remarca.

El personal de limpieza trabaja lunes, miércoles y viernes, con lo cual a la vuelta del fin de semana o de un puente lamentablemente se encuentra con todo tipo de incivismo en los aseos, entre otras cosas, según señala personal de limpieza del colegio situado al lado.

Muchos aspectos positivos

Pero no todo es malo ni de lejos. Otros jóvenes que prefieren no dar su nombre valoran que la sala permanezca 24 horas abierta, aunque apuntan que poca gente se quede de madrugada, y también el hecho de que tenga wifi y que sean los propios usuarios los que puedan regular la climatización. Mesas amplias, enchufes para conectar el móvil y el portátil y la cercanía a la Universidad Miguel Hernández son otras de las virtudes que destacan estudiantes.

Con el gobierno del PP se colocaron cámaras de vigilancia. En teoría están conectadas a la Policía Local. Sin embargo, usuarios afirman que son ellos los que tienen que llamar a los agentes cuando ven algo que no es de recibo. En esos casos, los funcionarios tampoco pueden hacer mucho, salvo notificar si ha ocurrido algún acto vandálico o desalojar a alguna persona que está armando bronca. De cualquier modo, a primera vista solo se ve una cámara que apunta a una de las dos puertas de acceso. Es decir, se puede entrar por la otra puerta y esquivar perfectamente a la cámara.

Asimismo, otros manifiestan que avisan directamente al teléfono de atención ciudadana del Ayuntamiento y notifican las incidencias que se repiten en esta sala de estudios, pero que, pese a ello, no notan que se hayan tomado medidas.

Un acceso mediante tarjeta virtual del que nadie sabe nada

A principios de 2017, el actual tripartito anunció que regularía el acceso a la sala de estudios mediante una tarjeta virtual tras acumularse una serie de actos vandálicos. La tarjeta funcionaría través del teléfono móvil y también se podrían hacer encuestas a los usuarios sobre la sala y así poder mejorar el servicio. Nada de eso saben los usuarios consultados estos días. Señalan a lo sumo a un cuarto pequeño, que está cerrado y al cual se puede acceder mediante una llave, que tampoco saben dónde puede estar.

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