Una de las imágenes más veneradas en Elche durante todo el año es la del Cristo de Zalamea, que está expuesto durante todo el año en una capilla junto a la iglesia de San José. Prueba de ello es que cada Jueves Santo se cuentan por miles las personas que se dan cita a su alrededor para participar en la procesión. Los últimos años han sido 30.000 las personas que han acudido a una cita que este año tendrá una novedad.
Los cofrades del Cristo de Zalamea han decidido prolongar la exposición al culto de la imagen durante todo el Jueves Santo, cuando se traslada desde la capilla hasta el altar mayor de la iglesia de San José. De esta forma, no será hasta pocos minutos antes de que arranque la procesión cuando los cofrades cojan al Cristo en brazos y los saquen a la calle para colocarlo en el paso delante de los fieles. Se trata de un gesto entrañable, con el que se quiere reflejar la cercanía de esta imagen a los fieles que tienen por costumbre acercarse hasta su capilla.
El colectivo también continua con su proyecto para fomentar la participación de los jóvenes en la Semana Santa. Por este motivo, volverá a sacar a la calle el paso infantil que realizó el año pasado, que a su vez es la cruz guía, y contará nuevamente con un grupo de tambores con niños.
Este año la Cofradía del Cristo de Zalamea ha nombrado portaestandarte a María Teresa Pérez Vázquez, que es vicerrectora de Relaciones Institucionales de la Universidad Miguel Hernández (UMH). Le acompañarán el ex jefe del Parque de Bomberos del Baix Vinalopó, José Soler, y el costalero Francisco Baeza, al que la entidad quiere agradecer su implicación en la cofradía, donde lleva participando como costalero del Cristo de Zalamea desde hace cuarenta años.
El paso del Cristo de Zalamea está realizado en madera de nogal con remates sobredorados. En los frontales se representan en talla escenas de la pasión de Cristo, como son la caída de Jesús y el encuentro con la Santa Mujer Verónica; el momento en que Jesús es clavado en la cruz; su muerte y el descendimiento en brazos de la Virgen. A ambos lados de cada escena aparecen medallones con símbolos de la pasión, como el Santo Cáliz, que recuerda la institución de la eucaristía en la última cena; los dados, que simbolizan el hecho de que los soldados romanos se echaron a suertes sus vestiduras; el sepulcro vacío, que habla de la resurrección de Cristo; la cruz vacía con una sábana; la escalera con las tenazas para arrancar los clavos, la caña con una esponja, la lanza y el martillo.
