Luto y tristeza hoy también en el instituto La Asunción de Elche tras trascender que el fallecido ayer en un incendio ocurrido en la calle Vicente Blasco Ibáñezcalle Vicente Blasco Ibáñez fue docente en este centro de Secundaria. Se trata de Eduardo Vaquero, que fue catedrático de Filosofía. El profesor ya estaba jubilado.

El hombre murió ayer por la tarde en un incendio declarado en un edificio en Vicente Blasco Ibáñez. Al parecer, la víctima falleció por asfixia, al no poder escapar del humo, según informaron a este diario fuentes cercanas al caso. Los bomberos del Parque de Elche trabajaron en la zona, junto a efectivos de apoyo del Parque de Almoradí.

Una unidad del Servicio de Atención Médica Urgente se trasladó al lugar, pero no pudo hacer nada por salvar la vida del fallecido. El suceso provocó una gran alarma entre los vecinos, y obligó a cortar una de las vías que dan hasta esta avenida, para facilitar la labor de los servicios de Emergencias. La Policía Científica se desplazó hasta el lugar para investigar lo ocurrido, y el forense llegó al lugar, una vez que pasó el riesgo y los bomberos sofocaron las llamas.

El fallecido tenía 75 años y los bomberos tuvieron que pedir refuerzos al parque de Almoradí al propagarse las llamas a otra casa por el patio de luces, según informaron fuentes de Bomberos.

Los efectivos tuvieron que actuar en las dos viviendas, un trabajo que se prolongó durante cerca de dos horas. Desde el Consorcio de Bomberos trasladaron que las llamas fueron muy intensas, por la gran carga térmica, además del intenso humo que dificultó las labores de extinción.

El fuego se inició sobre las 18 horas en un ático y hasta pasadas las 20 horas el resto de residentes en el inmueble no pudieron volver a sus viviendas, a excepción de los inquilinos de las dos viviendas afectadas. Se trata de un inmueble con diez viviendas, dos por plante, por lo que hubo que desalojar en un principio a una decena de vecinos.

Las policías Local y Nacional trabajaron para redirigir el tráfico y acordonar la zona, con el fin de evitar más incidentes. Ayer, fuentes de la investigación rechazaron aportar más datos sobre cómo se originó el fuego que acabó con este fatal desenlace, aunque se tiene bastante claro el motivo de las llamas. Las labores de investigación continuarán en los próximos días para confirmar las primeras sospechas.

Entrevista

EntrevistaEl 10 de junio de 2004 este diario le dedicó un artículo que a continuación reproducimos:

Uno de los más veteranos y conocidos docentes de Elche concluye con este curso su extensa carrera como profesor. Atrás deja casi cuatro décadas de profesión en la que asegura que siempre ha intentado inculcar a sus alumnos que no sean conformistas, que sean inquietos y a la vez críticos con todo lo que les rodea. Pero además hace una defensa de la juventud actual y afirma que los alumnos de ahora están más preparados que los de otras generaciones.

A Eduardo Vaquero Hernández, catedrático de Filosofía del Instituto La Asunción de Elche, le ha llegado la hora de poner punto y final a su oficio. Tras 38 años de entrega, este ilicitano de adopción pero natural de Piedrahita, provincia de Ávila, ha decidido dejar la tiza y cerrar los libros para disfrutar a buen seguro de la lectura y otros muchos placeres que ofrece la vida. Mañana viernes, su centro le rendirá un merecido homenaje que servirá también como despedida de la que siempre será su casa.

Mientras tanto, Vaquero considera que la jubilación «también es una manera de hacer virtud lo que es necesario. Me he divertido, me encanta mi profesión y antes de que me harte me voy, como se dice, en lo alto de la ola»

Comenzó su carrera profesional en Madrid. Durante 4 años permaneció en un centro privado hasta que en 1970 se fue a impartir docencia a Torrevieja. Siete años después hacía parada y fonda en la que es su casa, el Instituto La Asunción.

«Llevo 27 años aquí y he pasado por todo, he sido secretario, director e incluso en los primeros años di inglés, música, griego...No obstante, en el último periodo además de filosofía he dado ética, sociología o antropología». En su opinión, cuando escucha comentarios referentes a que el nivel de la enseñanza en los alumnos ha bajado en los últimos años, para él tales afirmaciones no son del todo ciertas. «Siempre nos quejamos de que si el nivel baja, cuando desde incluso 1800 en distintas obras se recoge precisamente la existencia de este problema. Hay que tener en cuenta que en los últimos cincuenta años la ciencia ha avanzado como no lo ha hecho en varios siglos, y esto lo han hecho precisamente quienes decimos que tienen un nivel más bajo. Y luego hay que tener en cuenta que ahora estudia el cien por ciento de los jóvenes y, por tanto, hay de todo, buenos y malos, pero creo en el fondo que los jóvenes de ahora estudian más que nosotros antes».

Sobre su profesión, Eduardo Vaquero considera que «por definición tenemos que ser un poco pedantes y un poco gruñones también, porque llevamos años dando la misma materia» a lo que agrega que a un profesor «lo que le pido es que sea optimista porque estamos sembrando el futuro». En cuanto a la defensa de la enseñanza pública, Vaquero, como buen filósofo, hace suyas palabras de Platón y Aristóteles que ya entonces en su época recalcaban que el estado es el que se tiene que hacer cargo de la educación para tener ciudadanos responsables. «Además, la enseñanza pública tiene un auténtico valor democratizador porque aquí se juntan, por poner un ejemplo, hijos de obreros con hijos de grandes fabricantes, y todos son tratados del mismo modo y reciben la misma enseñanza», aunque agrega que en su caso «es normal barrer para casa».

En lo referente a la polémica por el hecho de que se deba impartir o no como asignatura la religión, Eduardo Vaquero lo tiene más que claro. «Jefferson y Hamilton ya tenían resuelto hace 240 años que no se debía mezclar la enseñanza con la religión». Según este catedrático, si tuviera que transmitir tres ideas básicas a sus alumnos para que les acompañen a lo largo de toda su vida, éstas serían: que manifiesten inquietud por las cosas, que adopten una actitud crítica ante la vida y que amen los libros. «Los libros deberían ser la gran conquista para los estudiantes», sentencia este profesor que espera no echar mucho de menos la docencia, «aunque es evidente que así será»".

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