¿Qué supone para usted ser honoris causa de la UMH?
Tengo una historia muy vinculada a la Facultad de Medicina de la UMH. Estuve en la UA cuando nació, en el periodo entre 1982 y 1987, y muchos de mis alumnos de aquella época son ahora catedráticos y profesores titulares. Recuerdo que aquella fue una etapa fructífera, en la que trabajábamos con brío y entusiasmo. Así que este nombramiento es un gran honor ahora que estoy jubilado. Aún así, sigo activo como profesor emérito en la Universidad Autónoma de Madrid.
También está muy vinculado al Instituto de Neurociencias...
El Instituto de Neurociencias ha conseguido en una cantidad de años irrisoria, apenas quince años, convertirse en una referencia internacional dentro de su ámbito. Su promotor fue Carlos Belmonte y yo contribuí a su creación en la medida de mis posibilidades. En España hay varios institutos de neurociencias pero, sin duda, el de la UMH destaca por su proyección mundial. Cuenta con 300 personas trabajando y un edificio moderno, con las infraestructuras necesarias para la investigación.
Entre otros aspectos, su trayectoria profesional destaca por la investigación del alzhéimer, ¿en qué punto estamos?
Conocemos bastante de su diagnóstico, de su patología y de cómo se produce la enfermedad. El problema que tenemos es que no sabemos atacar al alzhéimer desde el punto de vista terapéutico. No sabemos bien cuál es su origen, por lo que no podemos encontrar fármacos que la frenen. Cada año aparecen artículos con ensayos sobre nuevas moléculas que no dan resultados positivos. Las ideas que se gestan en los laboratorios luego no funcionan en la clínica.
¿Cómo relaciona el envejecimiento de la población con la enfermedad del alzhéimer?
Los factores de riesgo derivados del envejecimiento no tienen nada que ver. La pérdida de memoria es mucho más rápida cuando hay alzhéimer, la diferencia es sustancial. En todo el mundo están trabajando miles de investigadores, en los congresos internacionales nos juntamos 5.000 o 6.000 científicos. Pese al esfuerzo que hacemos, no sabemos atajar la enfermedad del alzhéimer.
La UMH también es una referencia en el estudio del dolor...
Hay grupos de investigadores muy interesados en el dolor. El propio Carlos Belmonte ha dedicado su trabajo a esta especialidad. En la UMH se trabaja en sintetizar moléculas y fármacos nuevos con efecto analgésico potente que no generen adicción, como ocurre con la morfina y sus derivados. Ante el dolor crónico, el gran reto es evitar la dependencia. En Elche se están haciendo proyectos muy interesantes sobre esta cuestión.
¿Cuál es su postura sobre la financiación de la ciencia?
Como todos los científicos, pienso que está mal. Hay un problema de base. La sociedad española, desde los tiempos de Cajal, no tiene cultura científica, no ha impregnado la idea de que la ciencia es la causa de nuestro bienestar. ¿Cómo va a empujar la sociedad para que se financie la ciencia si no hay sensibilidad? Los políticos tampoco la tienen, sus prioridades son otras. Durante la crisis, en el CSIC y las universidades los presupuestos se recortaron en un 30%.
¿Estamos lejos de Europa?
Para un país con 47 millones de habitantes y desarrollado tecnológicamente, estamos muy detrás. La inversión en ciencia en España está por debajo del 2% del PIB, cuando en Alemania y Reino Unido están superando el 3,8%. Hay que hacer un esfuerzo para estar cerca de Europa.
