Posiblemente no sepan dónde vayan a dormir esta noche pero su experiencia vital puede servir para mucho. Así lo considera la Fundación Esperanza Pertusa, que ayer, en colaboración con las ONG Karam y Reacción solidaria, reunió a cinco mujeres sin hogar con una quincena de empleadas de Gioseppo. Durante el encuentro, las protagonistas de este encuentro compartieron sus duras y emocionantes experiencias vitales con las jóvenes empleadas, en una cita que nació con el objetivo de luchar contra la violencia, tanto física como sexual, a la que está expuesta este vulnerable colectivo y acabar con muchos de los estereotipos y prejuicios que están presentes en la sociedad actual.

Como si de una biblioteca viviente se tratara, las cinco mujeres llegaron acompañadas por unos simbólicos libros con una portada que contenía el titulo que han decidido poner a su difícil vida. Muchos caminos y un solo fin es el nombre que ha elegido Consuelo para resumir su existencia. Junto a ella, Conchi, Rosa, Alejandra y Lucía compartieron una serie de experiencias y trampas del destino que estaban compuestas por enfermedades, momentos duros o complicadas relaciones familiares que han terminado acabando con sus huesos en la calle.

Este solidario proyecto se puso en marcha el pasado mes de agosto y ya ha vivido sesiones previas a la de ayer en el Taller Tumbao de Alicante, a la vez que está previsto que se retome en enero en El Refugio, también de Alicante. Mediante técnicas como el pensamiento prosocial o la visualización se trabaja con estas mujeres aspectos como la autoestima, las expectativas de futuro o la motivación con el objetivo de poner fin a la indefensión en la que se encuentran sumergidas y promover sus habilidades sociales.

La receta de la felicidad

Durante las intervenciones que protagonizaron, las cinco mujeres fueron desgranando su pasado y mostraron su optimismo y pensamiento positivo ante la vida, pese a la difícil situación en la que se encuentran. El denominador común de sus consejos fue que es importante reducir las necesidades para ser feliz y que hay que afrontar cada jornada con una ilusión renovada. «Cuido de las personas mayores y nunca dejo de reír y bailar», proclamó Conchi en un discurso que fue despedido con aplausos.

En la misma línea apuntaron Alejandra -«Fuimos niñas frágiles que nos hemos convertido en mujeres empáticas y fuertes»- o Lucía -«En la vida nos preocupamos por demasiadas cosas y no debemos caer por muchos obstáculos que nos pongan delante. Por eso, el color que más me gusta es el verde de la esperanza»-. Rosa compartió con las jóvenes presentes los años de juventud que vivió en Londres y Consuelo añadió un mensaje concluyente: «Cada día que se nos presenta podemos aprender algo, hay que estar con los ojos abiertos».

Desde la Fundación Esperanza Pertusa, la directora de Recursos Humanos de Gioseppo, Esperanza Navarro, considera que esta acción permitió a las jóvenes receptoras del mensaje «acercarse a otra realidad y ampliar su visión del mundo para desarrollar su inteligencia y creatividad».