Aparatos para controlar si las conversaciones en la calle son demasiado altas. Es la última fórmula que ha empleado el equipo de gobierno para tratar de atajar uno de los problemas más difíciles de resolver como es el ruido en la vía pública, que se genera a las puertas de los pubs, en las terrazas o en zonas comerciales.
Por el momento, el departamento de Aperturas ha optado por colocar cinco sonómetros aéreos en diferentes puntos de la ciudad. Uno de ellos en pleno centro, donde hay una mayor concentración de locales de ocio, y otro en la plaza de l'Algeps. También se han instalado en zonas donde el Ayuntamiento ha recibido últimamente quejas. Estos mecanismos que están en plena calle recogen datos todo el día. No captan las conversaciones, pero sí que recogen la intensidad de las mismas, los decibelios a las que llegan.
La razón que ha dado el edil de Aperturas, Carlos Sánchez, es la necesidad de mejorar la convivencia entre los vecinos que quieren descansar y los locales comerciales o de ocio. Por ello, una vez que finalicen las mediciones, el Ayuntamiento estudiará si es necesario tomar medidas para reducir el ruido en la vía pública. A partir de ahí, también se diseñará un nuevo mapa acústico para definir qué zonas son las más conflictivas y requieren de mayor vigilancia.
El ruido en la calle es uno de los principales caballos de batalla que tiene la Concejalía de Aperturas, ya que las quejas por la música de los locales se han visto reducidas a la mínima expresión, tras la obligación que tienen los establecimientos de instalar limitadores conectados a tiempo real con el Ayuntamiento. El problema ya no está dentro de los locales, sino fuera.
Otras medidas
A raíz de que una sentencia declarara el centro de Elche como Zona Acústicamente Saturada, el pasado año, (algo que recurrió el equipo de gobierno), Aperturas comenzó a reforzar el control en las calles, con la Policía Local, sobre todo en las zonas de mayor concentración de pubs. Aunque el concejal Carlos Sánchez asegura que las medidas han surtido efecto, ha sido ahora cuando Aperturas ha apostado por la fórmula de los sonómetros aéreos. Mientras tanto, los agentes siguen realizando una vigilancia específica para evitar que se consuma fuera de las terrazas y los botellones en plena calle. También controlan los actos incívicos para frenar que se den gritos. De hecho, de acuerdo a la normativa, se puede sancionar por vociferar en la calle, según apuntan desde la Policía Local ilicitana. Los porteros de los pubs también han recibido consignas para que no permitan beber en la calle. Una tendencia que, pese a estar prohibida por la ley, hace que el problema con el ruido que denuncian los vecinos tenga que ver más con las voces de la gente en plena calle que con la música del interior de las discotecas.
Concienciación
La Asociación de Empresas del Sector Servicios (Aesec) llegó a pedir hace un año la concienciación a sus asociados del segmento de la hostelería para que requieran a sus clientes comportamientos cívicos, y, con ello, lograr conciliar el ocio y el descanso.
Una de las medidas que se tomaron por parte de los empresarios fue el refuerzo de los carteles que piden a sus clientes que moderen la voz. La Asociación de Hostelería de Elche (Hostelx) y la Asociación de Ocio Responsable anunciaron la creación de brigadas para contener el ruido en las terrazas de sus establecimientos.
Pese a la colaboración, el refuerzo de la vigilancia por parte de la Policía Local, sobre todo, antes del verano, también desató las quejas de más de un local de ocio al considerar que los controles se realizaban en exceso.
