Una investigación del equipo de Cirugía Plástica del Hospital General de Elche ha permitido estandarizar una nueva técnica de reconstrucción mamaria para las pacientes que han perdido el pecho tras someterse a un tratamiento de radioterapia para superar el cáncer de mama. Una técnica que tiene su mayor ventaja en que se utilizan células madre extraídas de la grasa de la propia paciente para reconstruir el tejido quemado por la radioterapia, regenerarlo, y poder realizar así los implantes habituales. Todo ello, además, evitando tener que usar colgajos de la espalda o de la barriga, como se hacía hasta ahora, y empleando solo una cirugía ambulatoria, tras la cual la paciente se va a casa y continúa con su vida normal.

Así lo explica el doctor Mario Márquez, el cirujano que ha estado al frente de esta investigación. El objetivo principal ha sido dar con la fórmula correcta que permitiera conocer la cantidad de grasa que se debía insertar para conseguir esa reconstrucción completa. «Hasta ahora se hacía a ojo, y no siempre daba el mejor resultado. Esta investigación ha permitido sentar las bases para estandarizar la intervención y conseguir el resultado óptimo con tan solo dos intervenciones», explica.

El proceso es relativamente sencillo. La paciente acude a la consulta y se le realiza el estudio de la cantidad de grasa que necesita para regenerar el tejido afectado por la radioterapia, que se calcula en base a un factor matemático (0,635) que multiplicado por el área radiada de la mama, da como resultado el volumen exacto de grasa que la paciente necesita. Después, la mitad de ese lipoinjerto se realiza en una primera intervención quirúrgica ambulatoria, y la paciente se va a casa. Las células madre tardan aproximadamente tres meses en hacer su trabajo, que no es otro que eliminar las células que forman el tejido quemado y reemplazarlo por otro sano.

Pasado ese tiempo, se realiza la segunda intervención, en la que se inyecta la otra mitad de la grasa necesaria y también se pone una prótesis mamaria especial, que se va creciendo en tamaño poco a poco, inyectando una sustancia especial, para que la piel se adapte y consiga estirarse lo suficiente como para recuperar la forma habitual del pecho.

Sin tejido ni músculo

Las pacientes con cáncer de mama que han sido tratadas con radioterapia y a las que hay que realizarles una reconstrucción mamaria suelen ser intervenidas mediante los denominados colgajos, que consisten en la extracción de tejido y músculo de la espalda de la paciente para ponerlo en el área radiada de la mama, o mediante microcirugía, en la que se extrae tejido del abdomen con la misma finalidad. Ambas intervenciones son complejas, largas, presentan secuelas como cicatrices y requieren bajas prolongadas. «Con esta técnica, la paciente se va a casa tras ser intervenida, y reconstruimos todo el tejido afectado. Es como si nunca hubiese sido sometida a la radioterapia», explica el doctor Márquez.

La investigación ha sido publicada en una prestigiosa revista a nivel mundial y «lo hemos hecho con código abierto, no hemos patentado ni registrado nada, cualquier hospital que lo desee puede acceder al estudio y aplicarlo en su centro. Queremos que sea un avance para todos», recalcó el cirujano. Esta técnica ya se aplica desde hace años en el Hospital, primero como base para poder realizar la investigación y ahora para aplicar los resultados, por lo que las pacientes con radioterapia de Elche ya disfrutan de este método.