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El Hospital General de Elche participa en una decena de ensayos clínicos para frenar el alzheimer

El jefe de Neurología del centro ilicitano, Jordi Alom, apunta que las investigaciones se centran en el papel de dos proteínas cuyo deterioro se relaciona con la enfermedad

El jefe de servicio de Neurología del Hospital General, Jordi Alom. a. amorós

Pocos avances médicos se han registrado desde que en 1905 se describieran por primera vez los síntomas del alzheimer y se «descubriera» esta enfermedad neurodegenerativa. Por eso, toda investigación al respecto es poco. El Hospital General de Elche participa en una decena de estudios a nivel internacional con el fin de crear nuevos fármacos que frenen la destrucción de las conexiones neuronales propias del alzheimer. Algunos de estos tratamientos, explica el doctor Jordi Alom, jefe de Neurología del hospital ilicitano, podrían incluso acarrear ciertas mejoras, al influir en la destrucción de las conexiones neuronales y «hacer que el tejido neuronal que queda, funcione mejor», explica de forma coloquial.

Las investigaciones se centran, sobre todo, en dos proteínas, la beta-amiloide y la TAU. Dos péptidos que, pese a que se encuentran en el cerebro de todos los seres humanos, en los pacientes con alzheimer han sufrido alteraciones, que además ocasionan depósitos que terminan formando placas neuríticas en el cerebro. Una de las líneas de investigación se centra en eliminar esos depósitos de proteínas del cerebro para comprobar si eso influye a la hora de frenar el avance de la enfermedad. Para ello, se está experimentando con medicamentos como el aducanumab, enfocados a eliminar esas placas del cerebro. En el Hospital General, en la decena de estudios que se están llevando a cabo, participan una veintena de pacientes, ya que «se necesita un perfil muy concreto, que está en las primeras fases de la enfermedad, y es muy difícil, aunque es cierto que cada vez se diagnostican antes», explica el doctor Alom. Por tanto «aunque tenemos casos de pacientes que vienen y quieren participar en el estudio, es el equipo médico quien debe seleccionar a los potenciales enfermos susceptibles de poder participar.

Y es que,cada vez es más fácil encontrar a gente propensa a participar en estos estudios porque «hay que dejar claro que no se trata de sustituir la medicación o el tratamiento actual por uno nuevo, sino de añadir más cosas. La gente ha pasado de ver este tipo de ensayos como si fueran conejillos de indias a una nueva oportunidad de avanzar». El problema, como en casi todos los campos de la Medicina y la investigación, es que se tardan años en obtener resultados, pues requiere de mucho ensayo/error y de cotejar los datos con hospitales y clínicas de todo el mundo, pues en este tipo de iniciativas participan centros de prácticamente todo el mundo. Por suerte, en nuestro país hay un aspecto en el que se parte con ventaja, y es que «los laboratorios tienen en muy buena consideración los hospitales sanitarios, porque nuestro sistema público atiende a todo el mundo, no está privatizado, por lo que las compañías no intentan comercializar con eso y vendérselo a todos los pacientes. Aquí somos nosotros quienes acotamos a los enfermos que creemos que pueden ser susceptibles de participar en los estudios, por lo que nuestros resultados, al final son más fiables», explica el neurólogo.

La posibilidad de encontrar una vacuna también está presente. Para ello, se trabaja en dos vías. La vacuna tal y como se concibe, es decir, inocular al paciente parte del betamiloide afectado para que desarrolle anticuerpos y, por otra, y por la que se está inclinando más la comunidad científica, inocular anticuerpos desarrollados en laboratorio, y que ha demostrado menores efectos secundarios, señala.

Aplicación informática

Toda esta labor de investigación en torno a la enfermedad no es nueva. El equipo de investigación del doctor Alom ya anunció hace cinco años el desarrollo de una sencilla aplicación informática que permitía detectar con un alto índice de precisión los casos de alzheimer a raíz de un test en consulta, sin mayores pruebas médicas para mejorar el diagnóstico precoz. El aumento de la esperanza de vida hace necesario estos diagnósticos precoces, con el fin de mejorar la calidad de vida del paciente y poder retrasar la enfermedad el mayor tiempo posible.

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