Hace dos años se produjo la gran «batalla» en el Centro de Congresos, el año pasado se pusieron los medios para que la situación no fuera a mayores y ayer no hubo ni rastro de huevos y harina durante la celebración de Halloween por las principales calles y plazas del centro de Elche. Mucho disfraz de terror, mucha diversión y ningún incidente que lamentar. El dispositivo que se había previsto para que una treintena de agentes, de la Policía Local y Nacional, se repartieran por las zonas más calientes surgió el efecto deseado.

El Centro de Congresos se convirtió durante la tarde de ayer en el punto más vigilado, un enclave por el que se repartieron más de una decena de los agentes que formaban parte del dispositivo especial. Allí también se instaló la nueva unidad portátil con la que cuenta la Policía Local, un imponente camión que tomó la plaza y que cumplió a la perfección con su objetivo de convertirse en un elemento disuasorio. «Queríamos cortar los incidentes de raíz para que no se convierta en una tradición contra la que no se pueda luchar en cinco años», apuntaban desde la Concejalía de Fiestas.

Al cierre de esta edición no había que lamentar ningún incidente de gravedad. El único altercado que se produjo durante la tarde en el Centro de Congresos fue el de unos menores a los que los agentes sorprendieron mientras realizaban pintadas en un parque con consignas de izquierdas. «Partido Comunista de los Pueblos Españoles» y «Putos nazis» se podía leer en las pintadas realizadas por los menores, que previamente también habían dibujado un martillo y una hoz en un coche policial. «No ha habido partes de limpieza ni se ha atendido a nadie», aseguraban desde fuentes policiales.

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Sin rastro de huevos en el Halloween de Elche

En paralelo a la concentración de adolescentes en las inmediaciones del Centro de Congresos, los más pequeños disfrutaban de la fiesta que se había preparado en la Plaça de Baix, amenizada con un espectáculo de «zumba zombi» y que se prolongó desde las 18 horas hasta pasada la medianoche. La aglomeración de gente en este entorno era mucho mayor, sobre todo en la Glorieta y la calle Hospital, con las terrazas a rebosar y un desfile continuo de disfraces de monjas terroríficas, monstruos y enfermeras ensangrentadas. La intervención policial y el trabajo realizado a lo largo de los días previos a la llegada de Halloween, con mensajes a través de las redes sociales, permitieron que la noche del terror pasara en paz.