Centenares de ilicitanos se sumaron ayer a la tradicional romería de San Crispín, patrón de los zapateros, para pedir «faena» al santo, conservar la que ya tienen y, por qué no, la mejora de sus condiciones labores en una industria, la del calzado, que aún hoy arrastra mucha economía sumergida. Este fue el caso de las aparadoras, que instalaron un stand en el mercadillo y participaron en la romería de forma activa, portando una pancarta en la que reivindicaron precisamente la economía sumergida que tradicionalmente ha reinado entre este colectivo, formado principalmente por mujeres. Muchas de ellas han trabajado y trabajan en sus casas, y aunque desde que constituyeron una asociación han dado numerosos paso hacia adelante para visibilizar su lucha, llegando incluso a comparecer en el Congreso para denunciar la situación de «esclavitud» que viven, según denuncian, «toda ayuda es poca, así que hoy venimos también a pedírselo al santo», apuntó ayer una de ellas.

Todo ello, eso sí, sin perder el tono festivo de la jornada, en una cita en la que no pudo faltar el tradicional mercadillo o la coca para almorzar y disfrutar de una jornada de convivencia familiar. La romería partió desde la parroquia de la Madre de Dios, donde se encontraba el santo desde que el sábado por la tarde se realizara la ofrenda de flores y se diera lectura al pregón. Desde allí se trasladó hasta su ermita, en el polígono de Carrús, donde se celebró la eucaristía con la compañía del Coro de Heraldos de la Sociedad Venida de la Virgen de Elche.

Pero uno de los momentos más esperados, como cada año, fue el del reparto de «·chinchetas». Se trata de los clavos que antiguamente se utilizaban para trabajar el calzado, y que los devotos del santo recogían, uno a uno, para que les trajera suerte. Una veintena de puestos amenizaron la jornada, con los tradicionales caramelos de San Crispín, dulces, actividades y artículos para niños, almendras garrapiñadas y otros productos típicos durante esta jornada. De esta forma, durante toda la mañana fueron sumándose más y más ilicitanos, para aprovechar el bien tiempo, que reinó todo el día pese a las previsiones.