Muchos de los que hicieron del Centro Aragonés de Elche lo que ahora es ya no están, pero su recuerdo y jornadas como la de ayer hacen que pervivan en la memoria de todos. Como cada 12 de octubre, los maños y las mañas, con sus trajes típicos, tomaron el corazón de la ciudad para celebrar la festividad de la Virgen del Pilar. Es un día de hermandad, con una serie de actos tasados que devuelve a los cientos de aragones que se han hecho ilicitanos a sus orígenes.

El Festival de Jotas, en el Gran Teatro, llenó el aforo del patio de butacas en un acto que no sólo contó con el respaldo del Ayuntamiento, sino con el patrocinio de la Diputación General de Aragón. Temas clásicos aragoneses, voces en directo, mucho baile y tradición y caras de felicidad en un público fiel que acude, como si fuera un rito, en una jornada que el fervor religioso y la tradición están muy presentes.

Los actos habían comenzado a las diez de la mañana con la misa baturra que tiene cada año lugar en la basílica de Santa María y que da todo el protagonismo al grupo de jotas de la asociación. Durante el servicio religioso se procedió a vestir a la imagen con su tradicional manto de claveles blancos tal y como sucede en Zaragoza, donde tiene su basílica, en esta misma jornada. Ante su altar se realizó la ofrenda de una jota de baile y se procedió a realizar el beso a la medalla de la virgen.

Las actividades programadas por estas fiestas concluyeron con la comida de hermandad, que supone para todos un reencuentro pues muchos se ven de año a año y tienen en esta jornada un día de convivencia que sirve para revivir sus orígenes sin olvidar que ahora muchos hijos y nietos también son ilicitanos.

Durante la jornada, la Guardia Civil también tuvo una misa en honor a su patrona en la basílica de Santa María a la que acudieron los miembros de la casa cuartel donde se sigue realizando tareas de control de armas y que sirve como vivienda a un buen número de funcionarios adscritos a otros servicios como el del aeropuerto.