Entre clase y clase, una chocolatina, una bolsa de patatas fritas o un puñado de golosinas repletas de azúcar. Así se alimentan los alumnos del IES Severo Ochoa durante el tiempo que permanecen en el centro educativo, según el estudio que elaboraron durante el curso pasado el propio instituto y la Universidad Miguel Hernández (UMH), y que ayer fue presentado a los padres con el objetivo principal de cambiar los hábitos alimentarios de los jóvenes estudiantes por unos más saludables que contribuyan en su desarrollo.

«Hemos comprobado que muchos chavales, entre clase y clase, comen chucherías, chicles o patatas por desidia, aunque no tengan hambre. Es un problema que ingieran tantas calorías vacías», explica el jefe del departamento de Educación Física del Severo Ochoa, Francesc Ferrer. Junto a estas calorías vacías, el informe que ha elaborado el instituto detecta otras costumbres nocivas, como el abuso de la cafeína, que no procede del café y sí, principalmente, de las bebidas energéticas que, desde hace unos años, se han puesto de moda entre los jóvenes. O el consumo excesivo de salsas como kétchup o mayonesa en hamburguesas o patatas fritas.

El Severo Ochoa, dentro de su programa formativo, concede importancia a la salud, motivo por el cual realizó el pasado curso un estudio sobre los hábitos alimentarios de sus alumnos o colabora con otras causas como el alzhéimer o las campañas de recogida de sangre. Desde el instituto pretenden ahora que sus alumnos coman mejor, objetivo para el cual esperan contar con la colaboración de unos padres a los que ayer presentaron las principales conclusiones del informe que fue elaborado con el trabajo de las profesoras de Nutrición y Bromatología de la UMH Ana Belén Ropero y Marta Beltrá.

Una vez detectados los principales problemas a la hora de comer, el Severo Ochoa pretende que sus alumnos adquieran costumbres más saludables con un cambio de los productos que se vendan en su cantina. «Es una labor progresiva porque la cantina es privada y no es nuestra competencia. Lo importante es que concienciemos a los estudiantes para que consuman productos más sanos», añade Ferrer como parte de un plan en el que se que se quiere dar prioridad a alimentos como el tomate, la lechuga, el pan integral, las tortillas de verduras, el jamón york, el pavo bajo en sal, la verdura, la fruta o los frutos secos naturales o al horno.

El proyecto de vida saludable del Severo Ochoa que coordina Ferrer cuenta con el sello de calidad del Ministerio de Educación. Entre los males que ha detectado el estudio entre los alumnos, más allá de posibles problemas relacionados con la obesidad, se aprecian otros como alteraciones del sueño o nerviosismo que, como es lógico, afectan al rendimiento en las aulas.

La salud es un pilar en la educación del Severo Ochoa. Dentro de la salud uno de los aspectos que más interesa al instituto y de los más importantes es la alimentación, en este caso la alimentación saludable. Es muy importante saber cómo comen y que comen los alumnos cada día , no solo cuando están en el instituto, sino también en casa, ya que una mala alimentación y unos malos hábitos alimentarios puede afectar a su rendimiento académico y derivar incluso en problemas actitudinales dentro y fuera del aula. Así mismo, afectaría de manera negativa a la salud en general de estos.