Al edificio de la Tesorería de la Seguridad Social del centro de Elche no le quiere nadie. Así se ha quedado el inmueble que hace más de un año lleva cerrado en pleno casco histórico de la ciudad, después de que este verano se celebrara una subasta que acabó sin ninguna oferta presentada.

Cuatro plantas situadas en la peatonal y céntrica vía Mare de Déu del Carme por un valor de 406.530 euros. Ésa era la oferta que hacía la Administración General del Estado en la enajenación de un inmueble que finalmente ha quedado desierta.

Así se encuentra la situación de un edificio que llegó a concentrar una intensa actividad al dar servicio a buena parte del centro de la ciudad, después de que desde hace meses esté con la persiana bajada y papeles pegados en la fachada anunciando esa subasta malograda. Un edificio «muerto» en pleno centro que se suma a la larga lista de locales vacíos que se concentran por toda la zona.

Sin ir más lejos, en esa calle hay seis establecimientos que ahora mismo carecen de actividad alguna y que tienen el cartel de «Se alquila» colocado en el escaparate.

En otra arteria histórica y también sin tráfico, situada a pocos metros, la calle Salvador hay otros ocho locales vacíos, de ellos dos se están preparando para abrir. Algo similar ocurre en uno de los viales sobre los que más se está debatiendo en el municipio y que más cierres se están produciendo últimamente: la calle Corredora. En este punto hay ahora mismo once locales cerrados. Las últimas y más sonadas clausuras fueron las dos tiendas del gigante Inditex (Massimo Dutti y Oysho) y la panadería Magdalena.

A la inversa ocurre en las calles Troneta y Hospital, las dos peatonales, donde apenas quedan locales con la persiana bajada.

De una forma o de otra, vecinos de la zona centro, comerciantes y residentes cercanos a la sede de la Seguridad Social han lamentado el cierre de este inmueble público que ha quedado en desuso y que ha contribuido a dejar la calle Mare de Déu del Carme más desierta aún si cabe ante la «fuga» de un servicio que propiciaba que en la zona hubiera un mayor movimiento de gente.

«Las oficinas no estaban adaptadas para personas con movilidad reducida o para carritos de bebé, por lo que acceder era algo difícil, pero, de algún modo, hacía que siempre hubiera gentío en los alrededores», señalaba esta semana la trabajadora de un establecimiento contiguo al inmueble. Otro vecino de la calle Carmelitas criticaba la situación que está viviendo el centro «con la pérdida de tiendas de renombre y de edificios públicos que daban vida a la zona».

Desde la clausura del inmueble del casco antiguo, sus usuarios tienen que acudir a las otras oficinas emplazadas en la avenida de Santa Pola.