Headhunter, talent coach, personal branding, nethunter... ¿Cómo le explica a la gente de a pie de calle a qué se dedica?

En la actualidad utilizamos muchos términos anglosajones, que en ocasiones dificultan el entender una profesión. Sencillamente, soy un consultor de talento y recursos humanos. Mi misión es conectar el talento con organizaciones, ayudar a las personas a diseñar su trabajo ideal y acompañarlas a desarrollar su máximo potencial.

Tengo la impresión que decidió reinventarse después de pasar por importantes empresas... ¿Qué le llevo a ello?

Hubo un momento en mi vida profesional donde como director de Recursos Humanos, a un lado de la mesa, tomé consciencia en multitud de entrevistas de las carencias que atesoraban muchos directivos en el área del autoconocimiento. No se conocían y no sabían en qué eran buenos. Ello, unido a alguna crisis de valores en alguna compañía, me alentó a emprender mi propio proyecto profesional.

Usted se define como un fabricante de sueños pero, ¿en qué sentido debe entenderse?

Lo concibo desde el punto de vista de mi propia experiencia. Siempre he intentado ser muy coherente en todo aquello que emprendo. En este aspecto, yo mismo he podido constatar que las metas y los objetivos, los sueños en definitiva, con actitud, constancia y resiliencia se pueden hacer realidad. El éxito consiste en insistir. Para ello, me inspiro e identifico en una frase, del escritor y profesor de Harvard Shawn Achor, que dice que «el éxito no conduce a la felicidad, sino que es la felicidad la que te lleva al éxito».

¿Qué están haciendo mal las empresas de toda la vida?

Considero que las empresas más tradicionales no están evolucionando al ritmo de los cambios que se están produciendo en la actualidad, sobre todo en temas como la transformación digital o la automatización. Asimismo, todavía se produce mucha falta de conciencia para apostar realmente por el talento. No nos importa invertir en máquinas o productos, pero sí en la captación y la formación de nuestros empleados, cuando nuestros resultados dependen directamente de nuestros equipos. Richard Branson, fundador de Virgin, manifiesta: «Cuida de tus empleados y ellos cuidarán de tus resultados», pero esto no siempre es así.

¿Qué empresas son las que van a triunfar?

Las empresas que van a tener éxito serán las que desarrollen metodologías ágiles y flexibles ante los llamados entornos VUCA: volátil, incierto, ambiguo y complejo, que estamos viviendo en la actualidad. De igual modo, aquellas que apuesten por el talento y desarrollen políticas enfocadas a potenciar su marca empleadora conseguirán atraer, gestionar y fidelizar a sus profesionales. Ello les garantizará la pervivencia de sus negocios y de sus beneficios.

Se ha abierto un tiempo nuevo de cambios muy rápidos, en el consumo y en la forma de comunicarnos y de mucha interrelación digital. ¿Nos deberían formar en la escuela más en valores y menos en memorizar para saber afrontar los retos del futuro?

El debate de la educación es otro debate abierto. Estamos educando a niños para profesiones que todavía no existen. Por ello, es muy urgente y necesaria una reforma del sistema educativo. Debemos educar y entrenar a nuestros jóvenes en competencias transversales, las llamadas «soft skill», como son las habilidades interpersonales, la creatividad, la comunicación, la gestión emocional, el liderazgo, etcétera. No es de recibo que en la escuela no se imparta una asignatura como oratoria o inteligencia emocional, así como potenciar valores como la diversidad, el respeto a los demás, la colaboración... que fomenten que los hijos sean más felices.

¿Debemos acostumbrarnos a que a partir de ya cambiar de trabajo frecuentemente será algo normal?

¡Por supuesto! En la actualidad se producen fenómenos como el «job hopping», sobre todo en los millenials, que consiste en cambiar de trabajo de forma periódica y habitual. Esta práctica ya no está mal vista. Asimismo, se desarrollan los llamados «itinerarios líquidos», es decir, nuestros jóvenes recorrerán una media de 15 proyectos en su carrera profesional, con diferentes situaciones: trabajador por cuenta ajena, freelance, becario, etcétera. Se difuminará la línea de separación entre la vida personal y profesional, y se desarrollarán nuevos entornos de trabajo, donde la presencia física pierde sentido en muchas ocasiones. Se acabó el trabajo para toda la vida.

¿Qué deben hacer las empresas para retener el talento?

El talento es libre para elegir dónde trabajar. Tras mi paso por una multinacional adopté el término fidelizar, más usado para hablar de clientes. Como políticas de fidelización es necesaria una propuesta de valor clara y creíble, desde las cuestiones como el salario, hasta temas como el desarrollo profesional, el ambiente y las condiciones de trabajo, la cultura y los valores corporativos. Nuestras empresas deben evolucionar hacia entornos saludables donde prime el bienestar de nuestros colaboradores. La supremacía de las empresas en los procesos de selección ya no existe y ahora se produce un diálogo entre marcas, donde el talento decide dónde trabajar en la mayoría de ocasiones.