Ilicitanos y visitantes tenían ganas de que volviera a salir el sol para acudir de nuevo a las playas. Sólo hay que ver la estampa que presentaban ayer los distintos arenales del litoral, abarrotados por personas con sombrillas, neveras y ganas de descansar y pasarlo muy bien en la orilla del mar. Atrás han quedado los últimos días de lluvias y temperaturas más bajas que lo habitual por estas fechas. En Elche se llegó a declarar la alerta amarilla ante la previsión de posibles tormentas, aunque finalmente las precipitaciones no alcanzaron el mismo nivel que en otros lugares de la provincia de Alicante.

Regresó el sol, el termómetro volvió a subir hasta los 30 grados y turistas e ilicitanos tomaron de nuevo unas playas que en las últimas jornadas no habían tenido una afluencia tan grande. Otro factor que bien pudo contribuir a esta menor concentración en los arenales fue el de la celebración de las fiestas patronales de Elche. La ciudad ilicitana ha estado viviendo sus días grandes, a los que puso punto final el pasado miércoles. Una vez que las fiestas han concluido, muchos han vuelto a las costas.

Los ilicitanos están apurando sus últimos días de sol, descanso y desconexión en agosto mientras la vida en la ciudad ha menguado. Esta semana volverá a ser muy tranquila en el término municipal, a la espera de que la actividad empiece a retomarse paulatinamente a partir del próximo lunes, 27 de agosto, aunque también habrá afortunados que podrán seguir disfrutando de sus vacaciones estivales hasta la llegada del mes de septiembre.

Que las playas volvieran a llenarse ayer hasta la bandera trajo otras consecuencias, como que las retenciones en la carretera de Santa Pola fueran una constante a lo largo de todo el día. En la villa marinera, sin ir más lejos, era casi una misión imposible encontrar estacionamiento durante la mañana de ayer, en la que, incluso los aparcamientos de pago mostraban el cartel de completo.