Subir a una palmera no es cosa fácil. Ni se les ocurra intentarlo. Ayer, ante un escenario previsto para más de un centenar de personas, una veintenta de palmereros de todas las edades (había dos categorías, para mayores y menores de 45 años) compitieron para saber cuál era el más rápido. Es un premio a cambio de un puñado de segundos de esfuerzo máximo. Los ganadores fueron Iván Clement, quien invirtió 11,81 segundos (categoría de menos de 45 años) e Isaac Carbonell con 13,37 segundos (más de 45)

El escenario no era otro que la fachada del Palacio de Altamira, junto a la cual hay una palmera de 14 metros que era la «pista» para estos esforzados profesionales, que tienen que combinar en su trabajo agilidad, destreza, fuerza y coordinación, pero nunca la rapidez.

Este año era la V edición de una competición que ahora es internacional y en la cual la mayoría de competidores se conoce porque viven de esta actividad, de podar palmeras, lo que se ha convertido en una profesión con presente y futuro.