La Vespra, la primera parte completa del Misteri d'Elx, caló hondo ayer entre el público asistente. Son en su mayoría ilicitanos que repiten cada año que pueden en su cita en la basílica de Santa María. Muchos acompañan por primera vez a sus hijos o nietos a que vean una de las joyas de Elche, para muchos la más resplandeciente. Otros, compartiendo con amigos y conocidos un sentimiento difícil de explicar.

Lo cierto es que el Misteri une. Crea una vinculación de hermandad entre el público asistente. Y a la vez también de comprensión y respeto hacia los escolanos, que soportan más de hora y media con las vestimentas y las pelucas, y hacia los cantores, todo ello en una atmósfera de sofocante calor y elevada humedad.

Pese a ello, la representación de ayer demostró que, si la perfección no existe, la familia del Misteri la bordea al milímetro. Las voces de los escolanos, con una gran cantera y rotación, han venido sorprendiendo en su inmensa mayoría, ayer y estos días de ensayos generales, al igual que la Capella. A la hora de la puesta en escena y la escenificación, el drama asuncionista posiblemente se encuentre en una coyuntura excelente.

Y eso se nota. Se nota en la María, el Ángel, el San Juan, el San Pedro, en el Ternari y en el Apostolado en su conjunto que ayer desempeñaron un brillante papel en el Andador y el Cadafal, pero también en la Magrana y el Araceli.

Dos aparatos aéreos

Santa María, con las puertas y ventanas abiertas de par en par, se llenó un año más también de abanicos, móviles y, cómo no, altas temperaturas y de largos aplausos, sobre todo cuando aparecieron los dos aparatos aéreos. Por contra, los huecos escaseaban en una representación donde se pudo disfrutar de algunos momentos que en los ensayos generales y de pago se omiten, como las tres paradas y entonaciones del séquito de la María o los dos ternaris.

En La Vespra el Ángel anuncia a María la proximidad de su muerte y le entrega una palma dorada para que sea llevada en su sepelio. Ante ello, la Maredeu convoca a los apóstoles que se encuentran predicando el Evangelio. Siguiendo los deseos de la Virgen, éstos van apareciendo, salvo Santo Tomás, dispuestos a atenderla en sus últimos instantes. Tras la muerte de María, el escolano que la representa es sustituido por la imagen de la Virgen de la Asunción, Patrona de Elche. El Araceli, con tres adultos y dos niños figurando ángeles, irrumpe para recoger el alma de la Virgen, que está representada por una pequeña imagen. Con la llegada de este coro al Cielo concluye el primer acto. Elche aguarda hoy a la segunda parte del Misteri, La Festa, el momento culminante de este Patrimonio de la Humanidad.