Lo tiene claro: «Si hubiera otra vida, me dedicaría a esto», a la Justicia. Alonso Cutillas (1953) dejó, el día de su 65 cumpleaños, el pasado 10 de julio, su puesto de funcionario en la Ciudad de la Justicia de Elche. En los juzgados ilicitanos, donde comenzó con 22 años, ha estado casi 43 años en dos únicos destinos: el Juzgado de Primera Instancia Número 1 (que antes era mixto), al que entró en 1975 como interino, y en el Servicio Común de Notificaciones, donde se trasladó en 2006 en busca de mayor tranquilidad tras unos problemas de salud y donde ha trabajado hasta la fecha de su jubilación. Su visión sobre la Justicia en la ciudad es amplia. Tan amplia como permite el hecho de haberle dedicado toda una vida. Hombre de sonrisa fácil, se va con la sensación del deber cumplido.

Recuerda la profesión, en sus inicios, como algo vocacional, aunque asegura que eso se ha ido perdiendo con los años. «Antes, con muchos menos medios, las cosas salían. Ahora no le puedes decir a nadie que haga más de lo que le pagan, pero antes esa vocación sí estaba», asegura con cierta tristeza.

En los últimos años, en el Servicio Común de Comunicaciones, ha vivido muy de cerca el problema de los desahucios, en los que había que aplicar, dice, «la máquina que es la ley por nosotros, que somos personas. Mi compañero y yo tenemos mucha experiencia en la calle. Al final hay que saber aplicar la ley a cada caso y a veces ser flexible en lo que se puede, pero sin pasarse».

En cuanto a la percepción que tiene el ciudadano de la Justicia, reconoce que ha ido a peor, y que se debe, sobre todo, a los asuntos de materia civil, que es la que le ha tocado de cerca. «Tras la última reforma, se tarda mucho en ejecutar una sentencia, la gente tarda mucho en cobrar y a veces ni cobra. Antes se embargaban frigoríficos, muebles del salón... era una forma de presionar a la gente y el que tenía pagara, pero ahora todo eso no se puede embargar y la gente no paga. Se protege más al deudor que al perjudicado», critica.

Política y nietos

Ahora, aunque reconoce que echará de menos la Ciudad de la Justicia de Elche, se dedicará a la «familia y otras actividades». No sin antes lanzar una reivindicación para mejorar el servicio que abandona: «Se necesita un nuevo taxi y otro funcionario para notificaciones en el Camp d'Elx, en Santa Pola y Crevillent, ya que sólo hay uno para cubrir toda esta área».

Pero la suya no será una jubilación plácida, entre las nuevas actividades que tiene en mente destaca su implicación en la vida política, donde «prestaré ayuda, porque así me lo han pedido desde Ciudadanos, en San Miguel de Salinas, el pueblo de mi mujer porque me hace mucha ilusión trabajar ahora por el futuro de mis nietos».