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Padres divorciados, hijos más irritables

Un estudio por parte de psicólogos de la UMH constata que los menores de progenitores en conflicto presentan peor autoestima

Una joven observa a un adulto consultando el móvil. DAVID REVENGA

Los niños cuyos progenitores están divorciados presentan peor autoestima que los que tienen padres casados, y aquéllos que perciben una alta conflictividad entre sus padres muestran mayores niveles de inquietud, irritabilidad, tristeza o ansiedad.

Así se refleja al menos en un estudio impulsado por investigadores de la Universidad Miguel Hernández y por la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de la Conselleria de Sanidad. El objetivo era examinar si existen diferencias en la sintomatología depresiva de los preadolescentes españoles en función de la estructura familiar y de la conflictividad interparental.

En este trabajo, se llega a la conclusión de que son los preadolescentes con progenitores casados y relación interparental no conflictiva los que presentan menos disforia.

Los expertos, a raíz de los resultados, destacan, por tanto, la necesidad de atender el contexto familiar en el tratamiento de los niños con sintomatología de tipo depresivo.

Primera causa de enfermedad

En este documento de Mireia Orgilés, María Dolores Samper, José Pedro Espada e Iván Fernández-Martínez, se recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la depresión es la primera causa de enfermedad y discapacidad entre los preadolescentes y adolescentes de entre 10-19 años.

«La depresión en niños y adolescentes se puede manifestar mediante un conjunto variado de síntomas. Según la American Psychiatric Association, destacan los sentimientos de tristeza y desesperanza, llanto, estado de ánimo irritable, pérdida de interés en actividades habituales, baja autoestima, problemas de relación social, fatiga, trastornos del sueño, aumento o pérdida de apetito y peso, agitación o enlentecimiento psicomotor, entre otros», según este trabajo, que lleva por título «Depresión en preadolescentes españoles: diferencias en función de variables familiares».

En el estudio participaron un total de 632 preadolescentes, con edades comprendidas entre los 10 y 12 años. El 86,9% eran españoles y el resto eran nacidos en otros países, todos ellos de habla hispana. El nivel socioeconómico, determinado por la situación laboral de los propios progenitores y la ubicación del colegio en el que estaban escolarizados, era medio.

El reclutamiento de los participantes se llevó a cabo en siete colegios públicos y concertados de la provincia de Alicante, seleccionados al azar de zonas urbanas y rurales, de la costa y del interior.

Los participantes completaron un breve cuestionario y una prueba estandarizada que evalúa sintomatología depresiva en niños y adolescentes con edades comprendidas entre 7 y 15 años.

En concreto, los resultados mostraron que los niños con padres divorciados presentaban de forma significativa mayores niveles de sintomatología depresiva, específicamente mayores niveles de autoestima negativa.

Sentimiento de culpabilidad

La gran influencia que los padres tienen en el desarrollo de la autoestima durante la etapa infanto-juvenil, los sentimientos de culpabilidad que los hijos pueden experimentar acerca de la ruptura de los padres, y la posibilidad de que el adolescente con padres divorciados, al compararse con sus compañeros, pueda sentir que su situación familiar difiere, afectando al modo en que se percibe y valora, son explicaciones que dan los expertos en general a raíz de esta cuestión que es mucho más común de lo que pueda parecer.

Este hallazgo coincide con otros trabajos que señalan que, comparada con otros tipos de estructura familiar, la formada por ambos padres actúa como un factor protector para el bienestar del niño, siempre y cuando la relación entre los padres no sea conflictiva.

Pero al tiempo, pone de manifiesto que tener padres casados no puede considerarse un factor que beneficia por sí mismo al niño si no se tiene en cuenta el clima familiar, ya que cuando los padres están casados pero su relación es en cualquier caso muy conflictiva, las repercusiones negativas en los hijos a nivel emocional son importantes.

Por otro lado, se pone de manifiesto que los preadolescentes que viven con ambos padres cuya relación no es conflictiva presentan una menor sintomatología depresiva.

Finalmente, otra de las conclusiones a las que se llega es la necesidad de prestar atención al contexto familiar, especialmente a la relación interparental y al tipo de estructura familiar, en el abordaje terapéutico de los preadolescentes con sintomatología depresiva o con un diagnóstico de depresión, por tratarse de variables que pueden influir de manera importante en el problema que presentan.

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