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Cuando un asesinato se enmascara como suicidio

La Policía Científica recrea la escena de un crimen y muestra a alumnos de la UMH cómo recabar indicios para recopilar todas las pruebas

La Policía Científica muestra a alumnos de la UMH cómo recabar indicios para recopilar todas las pruebas

La Policía Científica muestra a alumnos de la UMH cómo recabar indicios para recopilar todas las pruebas

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La Policía Científica muestra a alumnos de la UMH cómo recabar indicios para recopilar todas las pruebas I. J. Iniesta

Una fuerte detonación alerta a los vecinos, quienes llaman a la Policía. Al entrar a la vivienda, se confirma lo peor. Los agentes encuentran un cadáver, en un charco de sangre, y una pistola en el suelo. En la mesita, una nota de suicidio. Podría ser un caso cerrado, si no fuera porque encuentran algo en el arma que no les cuadra. A partir de ese momento, y pese a las evidencias, tratan el caso como si de un homicidio se tratara. No se equivocaban: el hombre fue asesinado y se preparó el escenario para que pareciera un suicidio. Este fue el argumento de la práctica de recreación del escenario de un crimen que realizaron ayer agentes de la Policía Nacional en el marco del curso «Policía Científica: de la escena del crimen al tribunal de Justicia», organizado por el CNP y el Centro Crímina para el estudio y prevención de la delincuencia.

El objetivo de esta recreación de la escena del crimen fue mostrar a los alumnos del máster de Criminología y a los agentes que participaron en las sesiones cómo trabaja la Policía Científica, cómo se recaban y analizan las pruebas, y la importancia de no dar nunca nada por hecho y avanzar hasta el final en las pesquisas para esclarecer cualquier acción con sospecha de delito.

De hecho, cuando los agentes llegaron a la escena del crimen, lo primero que encontraron, además del cadáver y la pistola con la que, supuestamente, la víctima se había quitado la vida, fue una nota manuscrita de suicidio. Pero hubo algo que les llamó la atención, el martillo del arma estaba en una posición sospechosa.

La labor de la Policía Científica en estos casos pasa por recabar todas las pruebas posibles que ayuden a saber cómo se ha producido el delito. Desde el arma homicida hasta los casquillos de bala, el lugar donde se ha implantado el proyectil, o los rastros de sangre esparcidos por la vivienda. Cada detalle cuenta, incluso aquellos que, a priori, no están directamente relacionados con la escena del crimen. La botella de vino que había sobre la mesa, uno de los dos vasos, el cenicero, la silla tirada por el suelo... Todo puede tener huellas, rastros de ADN y otras pistas que ayuden a determinar si estaba solo, si había habido una pelea previa, o cualquier otra pista. Por examinar, se examinó hasta el tipo de rastro de sangre, pues no lo es lo mismo el rastro dejado por la propulsión de la bala, que el que le gotea a la víctima de la herida, o por el cuerpo.

Así, los agentes de la Policía Científica también enseñaron a los alumnos a buscar dónde puede haber pruebas que puedan ser determinantes, aunque no estén a simple vista. El ejemplo más claro son las huellas, donde, aplicando reveladores físicos o químicos pueden extraer estos signos biométricos, que ayuden a identificar si pudo haber alguien más en la escena del crimen.

Al final, las investigaciones realizadas y las pruebas recogidas en la escena del crimen sirvieron para determinar que la víctima no se había suicidado, sino que había sido asesinado y el agresor trató que pareciera un crimen. Es decir, un homicidio enmascarado como suicidio que no se habría resuelto sin la Policía Científica.

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