La Iglesia Gnóstica quiso ayer desmarcarse de Félix Steven Manrique, el líder de la secta peruana que captó a la ilicitana Patricia Aguilar y consiguió que abandonara su casa de Elche cuando cumplió los 18 años. En un comunicado aseguran que es cierto que Manrique se unió a sus filas en 2012, pero «asistió durante cuatro meses a la Iglesia Gnóstica de Perú, como cualquier persona interesada en nuestras enseñanzas, pero al observarse sus rasgos mitómanos y agresivos fue retirado y expulsado oportunamente, tal como consta en la carta emitida por los directivos de esta institución gnóstica». Por tanto, todas las acciones realizadas desde entonces, incluida la captación de la joven ilicitana, habrían sido utilizando «indebidamente la palabra Gnosis, así como sus símbolos para usurpar nuestra identidad y emprender actuaciones ilegítimas como supuesto "líder" de esta confesión religiosa».

Por tanto, según la entidad, que defiende su buen hacer y que no tiene nada que ver con las acciones que ha llevado a cabo Manrique, la Iglesia Gnóstica de Perú asegura que ha interpuesto una denuncia ante la Fiscalía de ese país por difamación y usurpación de identidad. Y es que, añaden, «la finalidad gnóstica es la felicidad de todos los seres humanos sin distinción, por ello proporciona a sus afiliados prácticas que buscan el despertar de la conciencia y por ende su transformación integral mediante el conocimiento de sí mismos», desmintiendo cualquier daño a sus miembros.

Así las cosas, la organización defendió que Manrique «no es afiliado, ni posee ningún vínculo con nuestra institución, por lo tanto, la responsabilidad de sus actos es solo de él y en ningún momento corresponden a los valores que fundamentan nuestra doctrina». La entidad quiso asegurar así que no es una secta, pese a las informaciones filtradas hasta ahora. Y para ello, defendieron que son una organización religiosa inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia con el número 013873.

Manrique se encuentra en prisión preventiva por un delito de trata de personas desde el pasado viernes, cuando la juez decretó su ingreso en la cárcel durante nueve meses. Ahora, las partes, entre las que se encuentra la familia de Patricia Aguilar y de las otras dos mujeres captadas por la secta que lideraba Manrique, tienen cuatro meses para ampliar la acusación y aprobar pruebas de cara a la instrucción de caso.

Por el momento, según trasladó ayer la portavoz de la familia de la joven, Noelia Bru, no hay nuevas noticias con respecto al caso. Alberto Aguilar, el padre de la joven, continúa en Lima a la espera de poder ver a su hija, que se encuentra recibiendo tratamiento médico asistencial, tras ingresar en un programa de atención a víctimas. Patricia, al igual que su hija, de apenas un mes, fue localizada en mitad de la selva peruana con desnutrición crónica, por lo que se encuentra recuperándose de las lesiones físicas, tras lo cual recibirá asistencia psicológica debido al «lavado de cebrero» sufrido por Manrique, como lo describe su familia, que espera tener noticias en los próximos días.