Se buscan aparadoras, cortadoras y cualquier profesional formado para cubrir puestos de producción específicos de la cadena de montaje del calzado. En esas están ahora mismo las empresas de la industria zapatera, buscando mano de obra cualificada ante la falta de un relevo generacional. Y así, en mitad de estas necesidades cada vez más acuciantes en el sector, desempleados y aspirantes a un puesto de trabajo en el calzado echan en falta una mayor formación reglada.

Ante este panorama y de manera experimental, la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), con el apoyo del Ayuntamiento y del instituto Sixto Marco, han organizado un proyecto piloto para formar a nuevas aparadoras, a falta de que lleguen los certificados profesionales. Una iniciativa que, por el momento, ha permitido dar nociones a doce personas sobre la manufactura y confección del calzado.

Durante 100 horas, los alumnos, dos de ellos hombres, todos ellos demandantes de empleo, han podido iniciarse en un oficio tradicional especialmente buscado en Elche, ante la ausencia de jóvenes formados que quieran adentrarse en este sector. Se trata, así, de una primera aproximación, tal y como dijo la presidenta de la patronal, Marian Cano, para acercar a la profesión a los alumnos, a la espera de que puedan alcanzar una mayor formación, a través de ciclos formativos, como ejemplo.

La intención ahora de Avecal es que se pueda repetir y poner en marcha otro curso y, para ello, ya están trabajando codo con codo con el Ayuntamiento. El alcalde, Carlos González, puso ayer en valor la iniciativa al haber detectado una necesidad de formación en el sector del calzado y resaltó la importancia de atender a jóvenes y a desempleados de edad media en la demanda de cualificación.

Tanto es así que, según ya dijo el primer edil, nueve de cada diez empresas consideran el relevo generacional uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta el sector. Algo que se ha dejado notar en el regreso de la producción zapatera a Elche. A ello se suma que en las empresas han detectado que la presencia de profesionales con menos de cuarenta años es mínima en los puestos más tradicionales de la producción zapatera.