El pasado año completó 661 kilómetros pedaleando sin desmayo durante 24 horas ininterrumpidas y entre ayer y hoy aspira a superar la barrera de los 700. El motivo sigue siendo el mismo, penetrar en la conciencia de los conductores, abrir los ojos a las administraciones y que el recuerdo de Andrés Sánchez y Adrián Medinilla, dos amantes del ciclismo que fallecieron en junio de 2011 tras ser arrollados por un vehículo en la CV-86, al acceder a una rotonda en Torrellano, no caiga en el olvido.

Fue en ese fatídico punto, donde luce en monolito en homenaje a las víctimas, donde el ilicitano Pepe Brufal arrancó ayer a las 12 horas un reto que debe concluir hoy, a la misma hora, tras pasarse día y noche cabalgando a lomos de su bicicleta a lo largo y ancho de la Vía Parque, entre el ilicitano puente del Bimil·lenari y el alicantino Barranco de las Ovejas. Un día entero inyectándole a sus pedales una energía inagotable que, a sus 52 años, encamina a hacer más seguras las carreteras para los amantes al deporte de las dos ruedas.

«Este reto es en memoria de Andrés y Adrián», señala Pepe como motivo principal antes de subirse a la bicicleta bajo un sol de justicia, aunque no es el único. «Las administraciones deben concienciarse de que si nos limpian los arcenes podemos circular mejor y no invadir la carretera»,apunta como otra de las causas que le llevan por tercera vez a devorar el asfalto de la CV-86 de día y de noche, además de «reivindicar» que los conductores «deben concienciarse y respetar el metro y medio de seguridad al adelantar a los ciclistas».

El último accidente mortal acecido en la carretera de Villena a Biar la noche del pasado domingo, en el que un ciclista de 40 años falleció tras ser arrollado por un conductor que se dio a la fuga y dio positivo en alcohol y drogas, no hace más que poner de manifiesto la importancia de marchas reivindicativas como la de Pepe Brufal, que amplía el radar de una problemática que no se circunscribe únicamente a los cicloturistas. «Mientras haya gente que se ponga al volante bajo los efectos de las drogas o el alcohol, si no se llevan por delante a un ciclista atropellarán a un peatón o tendrán un accidente con otro vehículo», masculla entre lamentaciones mientras hace autocrítica y situa también el foco en el colectivo ciclista.

«Como parte implicada, también debemos concienciarnos en respetar las normas de circulación», afirma Brufal, ya con el maillot enfundado para comenzar su particular homenaje a Andrés y Adrián. Espera entusiasmado para empezar a bailar sobre su bicicleta sin quitar ojo al viento, único impedimento, entiende, que puede privarle de alcanzar la barrera de los 700 kilómetros. «Depende del desgaste que tengas por el día por la noche se acusa un poco más», razona, aunque su amor por el ciclismo de ultradistancia le hace minimizar un sufrimiento que, en su caso, tiene que ver más con los condicionantes externos que padecen los ciclistas en la carretera.