Esta noche actúa en el Elx Jazz Festival, ¿qué va a ofrecer?
La gente, cuando escucha mis discos, dice que tengo buena voz. Pero es en los conciertos, cuando estoy sola con el piano, cuando descubren a la creadora y compositora. Me conocen sin trampa ni cartón, tal como soy. La producción siempre distrae de la música, todas esas pantallas, cuerpos de bailes y efectos especiales. En el mundo de la mercadotecnia, no viene mal que el público se reencuentre con las raíces, las tradiciones y los recuerdos de tú a tú.
¿De dónde viene su apuesta de fusionar el jazz con músicas como la jota o el flamenco?
Las armonías del jazz siempre han estado presentes en mis temas desde los primeros discos que grabé. Lo que he hecho ha sido disfrazar mis canciones para que a los de las multinacionales no se les pusieran los pelos como si fueran los Escorpions. El jazz no vende y hay que buscar una manera de camuflarlo dentro de la división de música comercial haciendo otros sonidos.
¿Le gusta el término fusión?
No porque por ahí se cuelan muchas cosas, yo lo llamo hermanamiento. Mi vida ha sido así, me he enamorado de músicos extranjeros, me he sumado a causas solidarias en Palestina, Egipto o Marruecos y he recibido influencias. Empecé cantando en misa y he acabado haciendo temas para grupos de soul, rock o música latina.
También hay una unión de culturas en lo que usted hace...
El hermanamiento es importante pero no hay que perder la identidad. Las invasiones masivas acaban con la idiosincrasia y la cultura propia. Hay que compartir espacios y valores sin que nadie se imponga al otro. Eso es lo que está pasando hoy en día con la cultura anglosajona a nivel mundial. Con el concepto de la fusión llegan y te dejan tu música en segundo plano.
¿Cómo es la experiencia de llevar la jota al extranjero?
Flipan. El problema es que se piensa que España únicamente es flamenco y no es así. Cuando grabé en Boston con la orquesta de jazz de la Universidad de Berklee, me sorprendió que no hubieran oído nunca hablar de la jota. Es el único género musical que une a toda la Península Ibérica, porque también se canta en Portugal, y es la música española por excelencia.
Hoy actúa en Elche y mañana en Pamplona, ¿qué le parece lo que rodea los Sanfermines?
No es sólo en los Sanfermines, pasa con todas las fiestas, desde las tradicionales hasta las raves modernas. Las concentraciones consisten en bebercio, droguercio y follercio. Es normal que pase esto si en los videoclips de las cantantes solo se ven orgías, twerking y mujeres con la lengua fuera como si fueran perras. Cuando veo eso, pienso en las jóvenes y me horrorizo.
Por no hablar del reguetón...
Las mujeres creadoras que nos dedicamos al arte tenemos que ser otra cosa que putones verbeneros. Pero la realidad es que yo, cuando gané en 2014 el Premio Nacional de las Músicas Actuales, no aparecí en ninguna revista de moda o femenina.
