Una botella de agua sobre una mesa y una persona que tiene sed y quiere beber. Una acción tan cotidiana como esta y que muchas personas con diferente grado de discapacidad no pueden realizar sin la ayuda de alguien. Acabar con este tipo de casos es uno de los propósitos que han motivado el trabajo que están desarrollando los investigadores del Grupo de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández (UMH), como parte de una iniciativa continental en la que se han embarcado nueve entidades de España, Alemania, Italia y Gran Bretaña y que cuenta con un presupuesto de 3,4 millones.

El prototipo, que fue presentado ayer en la UMH, es una silla de ruedas que lleva acoplado un exoesqueleto que mueve el brazo de los pacientes. Estos movimientos son capaces de ayudar a personas tetrapléjicas, por ejemplo, a coger una botella de agua y poder beber y a muchas otras acciones que forman parte del día a día: desde comer hasta asearse, pasando por la utilización del mando de la televisión, la realización de llamadas telefónicas o la práctica de ejercicios de rehabilitación.

El uso de internet y la mejora de las comunicaciones con amigos y familiares también son ventajas que ofrece a las personas con discapacidad este avance de la Universidad ilicitana. El exoesqueleto facilita el acceso a una serie de servicios de la red como son la utilización del correo electrónico, los servicios de mensajería o las redes sociales.

Junto a la silla de ruedas y el exoesqueleto, unas gafas también desempeñan un papel fundamental, ya que son las encargadas de determinar los objetos a los que mira el usuario y dirigir el brazo robótico hacia él. Estos movimientos se producen gracias a la interpretación de las órdenes neuronales que se reciben a través de las gafas.

«Otra cámara que está instalada en la silla de ruedas es la que permite conocer la posición exacta que ocupan los objetos», explica el coordinador del proyecto, Nicolás García Aracil. «El paciente utiliza los movimientos de los ojos y somos capaces de saber si quiere abrir o cerrar la mano a través de la encefalografía y una serie de algoritmos de inteligencia artificial. También es fundamental determinar la posición de su boca, para lo que la silla cuenta con una tercera cámara», añade el catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática de la UMH.

El prototipo ha sido evaluado por personas con distintos grados de discapacidad en la fundación Cedar en Belfast (Reino Unido) con «excelentes resultados», según los investigadores. En febrero de 2015 comenzaron un trabajo cuya próxima meta será dar los pasos necesarios para llegar al mercado: industrializar el sistema y lograr la certificación médica del mismo para que esté en contacto con los pacientes.