Hasta 24 días estuvo huído el parricida de parricida Elche. Localizarlo era clave, no solo para hacer justicia por el asesinato de la mujer, de 69 años, sino para completar las piezas del puzzle que quedan por encajar. Se negó a declarar, tanto ante la Policía Nacional cuando lo detuvo en Granada como ante la juez que instruye el caso. Pero su falta de confesión no supone dudas acerca de su autoría para la Policía. Y entre todas las pruebas que apuntan en su contra hay una que no falla, que es irrefutable: su ADN.

Los agentes de la Policía Científica organizaron un importante despliegue buscando pruebas la noche del 30 de mayo, cuando fue encontrado el cuerpo de la víctima bajo la cama de su domicilio y enrollado en una manta. Para ello, examinaron centímetro a centímetro la habitación. El cadáver presentaba signos de violencia y varias heridas de arma blanca. Las muestras de ADN extraídas aquella noche no dejan con el paso de los días lugar a dudas sobre la autoría. En el cuerpo de la víctima tan solo hay rastro de ella y de su hijo, el presunto asesino. Según los informes policiales que obran en autos, el cuerpo fue envuelto por el presunto parricida. De hecho, en ningún momento se han barajado otros sospechosos, y la única duda pasa por cuál fue el móvil del crimen. No obstante, la hipótesis principal continúa siendo una discusión por dinero. El acusado estaba en tratamiento por su adicción a las drogas, lo que le había llevado a atravesar una delicada situación económica. De hecho, desde hacía prácticamente un mes convivía con su madre en una vivienda de la calle Capitán Alfonso Vives, en el tramo cercano a la avenida de la Libertad. Allí fue encontrado el cuerpo sin vida de la mujer por su hermana, que también acudía regularmente a la vivienda y que fue quien puso a la Policía tras la pista tras descubrir el cadáver.

La autopsia reveló que la víctima llevaba dos días fallecida cuando su hija descubrió el cuerpo sin vida de su madre bajo la cama. Había denunciado ese mismo día su desaparición al no saber nada de ella desde dos días antes. Lo que también parece claro es que el cuerpo no pasó 48 horas enrollado en la manta y bajo la cama. La hipótesis de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional de Elche es que el detenido habría tratado de deshacerse del cadáver y, al no tener éxito, lo abandonó en la vivienda antes de emprender la huida.

Se refugió en un hostal de Granada, pese a que su foto comenzó a correr como la pólvora entre las diferentes Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para capturarlo lo antes posible. Pero tuvo margen para huir. Casi 24 horas desde que se fue hasta que su hermana encontró el cuerpo, y algunas más desde que sus datos se distribuyeron. En un primer momento, en la madrugada del 31 de mayo, la imagen se repartió por Elche y Alicante, su ruta habitual en la compra y consumo de estupefacientes. Más tarde su búsqueda se amplió a todo el territorio nacional: estaciones de trenes, autobuses y aeropuertos.

Y gracias a esa fotografía fue pillado en Granada hoy hace ochos días. Desde el lunes se encuentra en prisión provisional. Y, aunque para la Policía es un crimen resuelto, pendiente de reconstrucción de los hechos, aún faltan algunas piezas pendientes del puzzle.