La Sección Séptima de la Audiencia Provincial, con sede en Elche, condenó ayer a dos años de prisión a la mujer que trató de contratar a un sicario para asesinar a la que entonces era la nueva novia de su expareja. La causa data del año 2007, cuando la acusada, según el escrito de calificación del Ministerio Fiscal, que inicialmente le pedía casi siete años de cárcel, contactó con el presunto sicario para ofrecerle hasta 12.000 euros por acabar con la vida de su contrincante por una cuestión de celos.

El encargo no venía solo. La acusada pretendía que el presunto sicario obligara a la mujer a escribir una carta de despedida a su familia, en la que aseguraba que se iba a vivir de forma voluntaria fuera de España y que no quería que la buscasen, con el objetivo de que ninguno de sus seres queridos la echaran en falta. Tenía pensado hasta qué hacer con el cuerpo: quemarlo. Y para que nadie la vinculara llegó a darle la carta que quería que escribiera con guantes de látex, para no dejar huellas.

Sin embargo, lo que parecía un plan perfecto hizo aguas antes de empezar: el supuesto sicario, tras recibir el encargo, fue de inmediato a contárselo a la víctima, por lo que los hechos acabaron en conocimiento de la Policía y la acusada, detenida.

La mujer, según explicó en el juicio, actuó movida por los celos. Fue un vecino, en Pilar de la Horadada, quien le recomendó que acudiera a una discoteca de Murcia, donde trabajaba un sicario los fines de semana.

Aviso

Sin embargo, lejos de cumplir el encargo, puso en aviso a la víctima y el caso acabó destapándose. La Fiscalía pedía casi siete años de prisión, pero se llegó a un acuerdo en el que, tras aplicarle el atenuante de dilaciones indebidas, ya que habían pasado 11 años desde que se produjeron los hechos, la condena quedó en tan solo dos años. El objetivo era, por parte de la defensa, que la imputada evitara pisar la cárcel, ya que al carecer de antecedentes y ser la pena inferior a dos años no entrará en prisión si solicita y se le acepta por el tribunal la remisión condicional.

Lo que también quedó claro es que el sicario no era tal. De hecho, ni siquiera fue llamado por el tribunal como testigo, y en el juicios tan solo comparecieron la acusada y la víctima. Con las pruebas practicadas, los testimonios de ambas y el reconocimiento de los hechos por parte de la imputada, no fue necesario nada más para que el tribunal dictara sentencia. Fuentes judiciales criticaron ayer, de nuevo, que la lentitud de la Audiencia haya dado lugar a un nuevo caso de dilaciones indebidas, cuando esta figura debería ser una excepción, pero se ha convertido en la regla.