Cada vez se están dando más casos de despidos disciplinarios acogiéndose a que el trabajador llega tarde, que acomete sus tareas mal o porque ha provocado conflictos, discusiones o lanzado insultos en el seno de la empresa. Así lo asegura al menos el letrado laboralista y profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Miguel Hernández Pedro Pablo Ortuño. Por su experiencia en los tribunales, tiene constatado que algunas mercantiles están utilizando el despido disciplinario para reducir plantilla, incluso sabiendo que es improcedente. Y es que abonar una indemnización de 33 días por año trabajado en ocasiones sale a cuenta para el empleador. Asimismo, apunta que un 6% de sentencias desfavorables es, a su juicio, mucho. «La posibilidad de ganar el pleito laboral para el trabajador es inmensa. Mi recomendación es demandar», relata, para añadir que, igual que hay un principio pro reo, parece también haber uno «pro operario». Señala también que el número de asuntos no baja tras la crisis y que muchos acuerdos llegan porque la Justicia tarda mucho en resolver. «Hay demoras de un año en celebrar un juicio, y, si es por reclamación de salarios, todavía mucho más», afirma el letrado laboralista.
