El parque Fernández Ordóñez es uno de esos espacios públicos de Elche que son poco conocidos o valorados, escasamente aprovechados, tanto por los propios ciudadanos como a la hora de organizar actos por parte del Ayuntamiento, y donde los vehículos cada vez están más tomando posiciones debido a que ofrece amplios espacios para estacionar y, además, su ubicación es relativamente cercana al centro de la ciudad.

El parque se encuentra justo entre el puente del Ferrocarril y el inicio del barrio Porfirio Pascual y lo primero que llama la atención es que, casi a cualquier hora, está vacío. Es poco transitado a pesar de que está bastante bien conservado en cuanto a limpieza y sanidad vegetal. Los operarios municipales lo tienen bien atendido. Hace un par de años era objeto de críticas por parte de los residentes cercanos debido a la suciedad, sobre todo a consecuencia de las deposiciones de los perros.

A pesar de contar con muchas características que deberían haberlo convertido ya en un parque muy popular, el de Fernández Ordoñez es uno de esos espacios para reivindicar.

Así, por ejemplo, su ubicación por debajo del nivel de la calle hace que ofrezca un menor volumen de ruidos. Los coches pasan muy cerca, pero el parque parece que haga de sordina. Además, cuenta con una destacada pinada, que invita a tomar un picnic o a sentarse a la sombra y conversar.

Juegos infantiles, un anfiteatro y unos aledaños con varios niveles descendentes hacen de este entorno una zona casi ideal para acudir a tomar el bocadillo tras salir de clase, pasear a las mascotas o hacer alguna tabla de ejercicios aprovechando los elementos constructivos y naturales que hay.

No obstante, este parque presenta algunos peros. Para empezar, una parte del mismo se ha convertido en un aparcamiento. Cada vez hay más coches ocupando más huecos, estacionando entre los árboles y reduciendo así los espacios para los peatones.

Tere Ripoll, vecina de este barrio, lamenta precisamente que los vehículos estén ocupando cada vez más vehículos. «Tal vez si instalaran unos juegos biosaludables estacionarían menos vehículos y vendría más gente a este parque», opina esta residente.

Además, entre el límite de este espacio público y el inicio de la ladera del río, junto a una de las estructuras metálicas que sustentan el puente del Ferrocarril y en paralelo a las vías del tren que pasan por debajo, existe un recoveco donde sí hay gente que lo usa como basurero y se recoge para llevar a cabo algún tipo de consumo no confesable. «A veces van allí a hacer botellones y hay menudeo de droga. Por, eso tal vez la gente no quiere llevar a los niños a que vean eso», apunta de nuevo Tere Ripoll.

Otra vecina, Irene Gómez, considera por otra parte que en el anfiteatro existente se podrían realizar fiestas infantiles, representar pequeñas obras de teatro o que el Ayuntamiento impulsará allí actividades para las familias. En cambio, está totalmente desaprovechado. Un parque, en definitiva, que está pendiente de darle vida.