«Hasta hace diez años, las reclamaciones triunfaban casi sin pruebas. Había gente que decía que estaba sin contrato desde hace veinte años y se le daba la razón. Ahora, en cambio, hay que tener una prueba bastante contundente», afirma José Coquillat, abogado laboralista de Elche que ha representado tanto a empleados como a empresas en demandas de despido. A tenor de su experiencia en los juzgados, los jueces están siendo bastante exigentes cuando, por ejemplo, se tocan asuntos como prestación por desempleo o jubilación, e incluso «despidos objetivos se pueden ganar en favor de la empresa», advierte. Entre el periodo 2008-2015, cuando la carga de trabajo era elevadísima, recuerda que prácticamente llevaba expedientes de regulación de empleo todos los meses. Ahora, en cambio, el ritmo es más pausado, mientras que, desde la reforma laboral de 2012, las indemnizaciones son menos cuantiosas. Y es que, a su juicio, la reforma laboral, sobre la que el Gobierno prevé tomar medidas, tiene elementos buenos, como eliminar los salarios de tramitación o reducir las indemnizaciones, y otros negativos, como la subcontratación y el descuelgue salarial de los convenios.
