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Análisis

El PP empieza a tener fugas

Los exediles Sebastián Polo y Daniel McEvoy, que dieron su apoyo a Pablo Ruz en la asamblea de hace un año, presentan su baja en el PP

Pablo Ruz, eufórico, tras la asamblea de julio del año pasado. Antonio Amorós

El PP en Elche prácticamente vuelve a la casilla de salida. Tras la asamblea de julio del año pasado, Pablo Ruz y su círculo más cercano vivieron una especie de luna de miel. No solo se habían impuesto de forma aplastante a la que en otros tiempos había sido su guía espiritual, Mercedes Alonso, por 870 votos frente a los 420 de la exalcaldesa. También lo hacían en una asamblea sin salidas de tono, algo inusual en el PP de Elche, y aunando alrededor de Pablo Ruz a díscolos y críticos. Sin embargo, pronto empezó a amargarse ese momento dulce. El primer pulso, el que se echó por la portavocía municipal y el cambio de nombres de los ediles liberados con sueldos, se perdió, y dio alas al sector de Alonso para ir lanzando envites. Primero, Vicente Granero se postuló como alcaldable y se mostró dispuesto a plantar batalla frente a Pablo Ruz; después incluso se atrevió a amagar con una moción de censura, que, de haber dado los números, habría puesto en un brete a un Ruz ya confirmado por Rajoy como alcaldable. Nada. Todo se saldó con una apertura de expediente, y con la imagen de unidad a la que aspiraba Ruz por los suelos. Ahora esa unidad queda más rota. Los otrora ediles díscolos Sebastián Polo y Daniel McEvoy acaban de darle un portazo en todos los morros al que hasta el martes era el presidente de su ya expartido. Y todo con un matiz importante: Polo era el secretario ejecutivo de Territorio y Medio Ambiente y McEvoy el vicesecretario general de Coordinación Política y, además, en la carrera hacia la asamblea de julio del año pasado estaba llamado a ser uno de los pilares de Ruz.

La renuncia del tándem McEvoy-Polo de sus cargos y la baja del partido se escenificó el lunes por la noche, aunque no fue hasta ayer cuando empezó a correr la noticia como la pólvora. Para certificar su salida, ambos entregaron a Pablo Ruz una carta en mano firmada conjuntamente y escrita en términos muy duros. De un lado, en esa misiva utilizan como argumento la sensación de «bochorno» que les produce el PP, por los casos de corrupción, pero también por la deriva ideológica. De hecho, reprochan a la cúpula del que hasta hace dos días era su partido que poco menos que le hayan servido en bandeja de plata el Gobierno a la izquierda. Y eso precisamente les lleva a la segunda tesis en la que amparan su salida: hablan de la decepción que sienten al no haberse cumplido las perspectivas de cambio en Elche, y que no haya habido una deriva hacia el centro sociológico ni una renovación. Dicho de otro modo: acusan a Pablo Ruz de haber derechizado más el PP. Uno y otro aseguran sentirse defraudados con el presidente local del partido y, de paso, recuerdan su enfrentamiento con Alonso en la etapa en la que ellos fueron ediles para, acto seguido, recriminarle al hoy dirigente popular que él también les diera la espalda y se alineara con quien entonces era su jefa.

Con este punto de partida, las interpretaciones variaban en función de los bandos. Desde el círculo más próximo a Alonso, se podían escuchar comentarios del tipo de que se tenían que haber ido mucho antes, como cinco años atrás, o que era previsible, que igual que ya les habían «traicionado» en su etapa como ediles en el Gobierno local era cuestión de tiempo que ahora sucediera lo mismo. Otros simplemente veían ahí ánimo de revancha por no estar en el círculo de confianza de Ruz, e incluso comentaban que era un paso lógico que se explicaba por su acercamiento a Ciudadanos de cara a las municipales de mayo de 2019, y más en un contexto en el que la formación de Rivera no tiene claro a su número uno en Elche.

Sebastián Polo y Daniel McEvoy se limitaron a decir ayer que simplemente lo hacían por «coherencia», porque se sentían «decepcionados» con el PP a todos los niveles. Pablo Ruz, mientras tanto, decía literalmente que «el PP está abierto a todo el mundo, pero es lógico que, cuando alguien no cree en el proyecto, decida plantearse otras cosas o apearse». A partir de ahí, aprovechó para agradecerle el trabajo de los últimos meses a uno y a otro.

Sea como sea, el portazo de Polo y McEvoy llega en el peor momento para el PP, tras los varapalos judiciales, la moción de censura que ha apartado a Rajoy de La Moncloa, y la batalla por la sucesión. Y todo ello, además, en la semana en la que Ruz va a celebrar su primera convención local, en la cuenta atrás en su carrera como alcaldable. Ahora la cita del sábado en Elche no sólo se ve manchada por la crisis general que vive el PP en España y en València. El partido ya ha tenido sus primeras fugas en Elche, y, más allá de las motivaciones que han guiado a McEvoy y Polo, eso de la unidad empieza a quedar más en entredicho.

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