La sombra del enchufismo planea en las últimas semanas sobre un nombramiento hecho efectivo por la Conselleria de Sanidad ni más ni menos que en el Hospital del Vinalopó. Y así lo denuncian incluso desde algunos sindicatos. Todo comenzó hace casi dos meses. El departamento que dirige Carmen Montón anunciaba el cambio del comisionado del Hospital del Vinalopó, un cargo de confianza que se encarga de «controlar» a la dirección en los centros de gestión privada. Este paso suponía la destitución de Julián Vitaller y, a su vez, el nombramiento del que, hasta ese entonces, había sido su adjunto, Antonio Vizcaíno. Sin embargo, la cosa no quedó ahí. El relevo también supuso una serie de ceses y nombramientos que tuvieron en el Servicio de Atención e Información al Paciente (SAIP) una de las principales dianas. Los cambios, sin embargo, por una cosa o por otra, se han visto salpicados por la polémica prácticamente desde el principio. De un lado, hay quienes critican que una figura tan importante se haya dejado en manos de un profesional con un perfil menos técnico que su antecesor. De otro, afean lo que para algunos es el desmantelamiento del SAIP, servicio no poco importante, y más en un centro como el Vinalopó, ya que es el encargado de tramitar las quejas, sugerencias y agradecimientos. Y ya, para acabar de rizar el rizo, los más críticos ven en estas maniobras la mano del actual director de Enfermería del Hospital General, Justo González, exedil socialista y, a la sazón, hermano del alcalde, Carlos González. Acusan a Justo González de haber motivado el cambio del comisionado y que éste, a su vez, haya hecho posible que su mujer pase al SAIP.

De entrada, ya el nombramiento del nuevo comisionado cayó como una bomba. Para su designación, se esgrimió como argumento que, además de ser una persona que ya conocía el funcionamiento, pues era el número dos del anterior comisionado, también era de Elche. Es más, se dijo contra su antecesor -nombrado también por la actual Conselleria- que era una persona muy cercana al actual gerente del Hospital del Vinalopó, Ramón Navarro. Y ahí vino el primer problema. En muchos círculos no gustó este paso. Se le reprocha a Vizcaíno, según confiesan desde algunos sectores del hospital, que no tenga ese perfil técnico que, hasta ahora, habían tenido los diferentes comisionados. «Le falta experiencia en cuanto a gestión hospitalaria», confesaba un profesional del hospital ayer mismo.

Sin embargo, no acabaron ahí las críticas. Los relevos en el SAIP hicieron el resto. Al parecer, según confirman desde sindicatos, uno de los primeros pasos que dio Vizcaíno fue para cesar a quien estaba al frente del servicio y a otra enfermera, dejando sólo a una de las que estaban desde el principio. El lugar de las otras dos personas lo ocupan otras dos enfermeras, y aquí ha venido el otro gran foco de malestar: una de ellas es la mujer de Justo González. Una vinculación que no ha pasado desapercibida para muchos, y que les ha llevado a hablar de «vendetta» contra alguna de las anteriores profesionales, y de «enchufismo», al entrar en escena la mujer de Justo González, a la que le cuestionan que, según alegan, no tenga toda la formación específica que se requiere para este tipo de puestos.

De fondo, además, en todo este batiburrillo de acontecimientos que han tenido lugar en las últimas semanas planean las relaciones, que son de todo menos buenas, entre la dirección del centro hospitalario y la Conselleria de Sanidad, que no ha ocultado su intención de revertir la concesión desde el minuto uno. Solo un dato: mientras que en el último año la consellera Montón ha visitado hasta en cuatro ocasiones el Hospital General, no se ha dejado caer ni una sola vez por el Vinalopó.

«Lo que está claro es que es todo muy raro», apuntaba ayer por la mañana alguien en el Vinalopó. «Es la primera vez que se cambia un comisionado a mitad de legislatura», apostillaba. Y, aquí, además, con el matiz de que a día de hoy ya falta menos de un año para las municipales y las autonómicas.