El boom del llamado calzado vegano está en marcha. El rechazo absoluto a consumir productos de origen animal se está trasladando, cada vez con más fuerza, de la gastronomía a las prendas de vestir y los complementos y, en cadena de una forma natural y también con mayor intensidad, a los zapatos y zapatillas, alpargatas y sandalias, botas, bailarinas y tacones. Incluso grandes cadenas han empezado a experimentar con materiales hasta hace poco impensables. Por ejemplo, Zara ha creado unos zapatos de crochet, lo que comúnmente se conoce como ganchillo, que recientemente han estado muy de actualidad al calzárselos la mismísima Lena Dunham (Girls), como se pudo ver en la gala Arts American Songbook.

«Es una cuestión moral. Creo que seguir un estilo de vida en el que no se consuman alimentos animales también implica seguir una moda acorde a ello, ya que de lo contrario sería un esfuerzo en vano. Si una persona está concienciada con este problema y se lo propone, puede evitar comprar calzado animal, eligiendo calzado de origen sintético o de marcas veganas, asegurando que no haya sufrimiento de por medio», declara desde Alicante Andrea Torres, vegana desde hace ocho años y también compradora de este tipo de calzado los mismos años.

En general, las firmas de calzado de la provincia empiezan a reconocer poco a poco que aquí hay una nueva senda por explorar. Mientras algunas marcas acaban de introducir algún que otro artículo tímidamente para tantear a este tipo de consumidor tan exigente, otras hace años que adivinaron por dónde podría ir esta demanda alternativa y se lanzaron a ello de cabeza.

Una de estas últimas es Slowwalk, con líneas de calzado desde Elche Parque Empresarial que convergen incluso con los principios de la organización PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales, en su traducción al castellano). Juan Caparrós, CEO de esta empresa ilicitana gestada en 2013, explica que, desde hace año y medio, vienen lanzando colecciones en este sentido. Y con bastante éxito para la cuenta de resultados.

«Muchos españoles consumen este tipo de calzado y no solo veganos, sino también gente muy comprometida con el medio ambiente. Son consumidores que, además, buscan un calzado de diseño, de calidad y made in Spain», indica Juan Caparrós.

Calzado artesano en el sentido de buscar ahorro energético y cero emisiones a la atmósfera, suela de goma de látex natural, ausencia de disolventes, algodón y poliéster reciclados, o la posibilidad de, una vez se llega al fin de su vida útil, separar el zapato para su total reciclaje, son algunas de las muchas características de este tipo de artículos específicos. Por si fuera poco, el envoltorio y la caja de zapatos suelen estar también fabricados con cartón 100% reciclable. Se trata de ser coherentes de principio a fin en prácticamente toda la cadena de producción del producto.

Marian Cano, la representante de la patronal valenciana del calzado, apunta que a la entidad no les llega la opinión directa de los compradores, «pero sí de los prescriptores, de los blogguers, que indican que el calzado vegano sí está teniendo demanda». Y esto es algo, según consideran desde la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), que ha empezado a despertar aproximadamente en los últimos tres años.

«Hay empresas más pequeñas que, para posicionarse, han apostado por este camino», agrega Cano, quien entiende que las firmas más tradicionales todavía no están viendo del todo claro sacar una colección completa de calzado vegano.

De los artículos con lana de oveja, plumas de ave, cuero de ganado, pieles o seda reniegan este tipo de consumidores que sabe muy bien lo que quiere y debe comprar. Así por ejemplo, Manuel Martí, vegano desde hace unos dos años y medio, asegura que de entrada no compra nada de cuero o lana.

«Inicialmente tomé esta decisión por cuestiones éticas, pero tras informarme mucho he visto las implicaciones tan importantes que tiene en la destrucción del medio ambiente y, actualmente, estoy decidido a seguir así tanto por un motivo como por el otro», recalca.

En su caso, asegura que consigue encontrar ese calzado que cumple con sus requisitos en la provincia, incluso zapatillas, aunque se trate de marcas extranjeras, algo que, en cambio, Andrea afirma que sí le cuesta y se ve obligada a buscar en internet los modelos que cumplen con sus demandas.

«La industria de la moda está afortunadamente cada vez más atenta y constantemente actualizada y cada año las empresas producen materiales innovadores con un impacto ambiental muy bajo y completamente libres de animales», indican desde Animal Free, un proyecto internacional que ha establecido la primera calificación ética para la evaluación de empresas basada en la no utilización de materiales de origen animal.

La empresa ilicitana Vésica Piscis es una de ellas, y cuenta con su sello. Se trata de una firma de zapatos y complementos casual y urbanos pionera en este campo y que, desde su sede en Carrús, incluso invita a sus clientes a que les remitan su vieja ropa para luego devolvérsela reconvertida en zapatos y complementos. «La gente empieza a replantearse sus hábitos de consumo y estamos notando que nuestro calzado cada vez está teniendo mayor aceptación en paralelo a que hay una mayor concienciación y responsabilidad», reflexiona Paco Maciá, uno de los impulsores de esta empresa nacida a finales de 2016.

Defienden claramente la denominada economía circular, e incluso uno de sus lemas es «primero ética, después estética». Por si fuera poco, desde esta firma aseguran que aportan el 1,5% de lo facturado a campañas y proyectos de la ONG animalista Libera!

Andrea, como consumidora, lo tiene claro: «Debemos cuidar el medio ambiente y muchas de las marcas veganas crean calzado ecológico que tiene un impacto mucho menor sobre el medio ambiente, utilizando materiales biodegradables para que el zapato no se convierta luego en una fuente contaminante, tardando años en degradarse». Marian Cano, de Avecal, por su parte, lo tiene claro: «Aquí hay un nicho de mercado para las empresas», sentencia.